El país regresa del puente de Reyes con la noticia de que tiene la inflación más baja en los últimos 50 años, según el Gobierno, al cerrar el año pasado con una tasa nacional de 1,94 por ciento, lo que significa una reducción de 0,5 por ciento frente a la alcanzada para 2012.
Y si esto definitivo para los reajustes habituales de diversas tarifas durante el año que comienza, como el mejor termómetro del costo de vida de los colombianos, el alivio es mayor para Medellín y su área metropolitana: registró durante todo 2013 una inflación de solo 1,78 por ciento, es decir, 0,71 por ciento menos de la alcanzada en el año anterior.
Pero en el contexto de un bajo incremento nacional de los precios al por menor de bienes y servicios que demanda el consumidor final, que es al final lo que mide la inflación, pues también Medellín aparece como la sexta ciudad más costosa entre 25 en que el Dane mide la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC).
Aún así, está por debajo de ciudades como Bogotá (2,43 por ciento) y Bucaramanga (2,08). La capital de departamento con mayor inflación fue Riohacha, que registró un 3,70 por ciento y la de menor tasa fue Cúcuta con apenas 0,03.
Lo que más subió
Los costos para los hogares de Medellín que más subieron son en su orden: educación (4,50 por ciento), salud (4,02) y vivienda (2,65) y transporte (2,12), diversión (1,87) y vestuario (0,95). Cabe anotar que solo educación y transporte (público y particular) aumentaron por encima del promedio nacional,
No obstante, la vivienda pesa un 30 por ciento en la variación del IPC y se convirtió en el mayor jalonador del incremento de vida en Medellín. Esto va en línea con la escasez de suelos para urbanizar y la alta demanda de nuevas soluciones residenciales que ha referenciado Camacol, gremio de los constructores.
En contraste, el incremento del precio de los alimentos, que pesa 28 por ciento en el IPC, fue de tan solo 0,21 por ciento, una cuarta parte del promedio nacional. En ese sentido, hay que recordar que Medellín es la segunda central de abastos del país y está constantemente alimentada por despensas agrícolas de Antioquia, Eje Cafetero, occidente y oriente del país.
A eso se suma que 2013, pese dos paros agrarios, fue un año de alta productividad en cultivos de ciclo corto y en el segundo semestre se presentó una sobreoferta que deprimió los precios y afectó la rentabilidad de los productores rurales, como advirtió la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC).
Ahora, la capital antioqueña muestra un avance significativo en desacelerar el incremento de la canasta básica frente a la inflación que tuvo en 2012, 2,49 por ciento, que la ubicaba por encima del promedio nacional para ese año (2,44). Para 2013 tuvo una variación de 0,71 por ciento, mejor que otras nueve ciudades del país.
Finalmente, si bien una inflación más baja es un alivio para el bolsillo de los habitantes del Valle de Aburrá que mantienen su poder de compra, que se mantenga en esos niveles también es una señal de que la economía no está creciendo al ritmo potencial que puede hacerlo.
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