"Robo de urnas, compra de votos, presiones sobre los electores: este es un triste regreso a la prehistoria política de México", asegura Gustavo Madero, presidente del Partido Acción Nacional (PAN, derecha), refiriéndose a las elecciones locales del 7 de julio en 14 de los 32 estados mexicanos.
Seis meses después del regreso al poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI, centro), la formación hegemónica de 1929 a 2000, las acusaciones de fraudes y de violencia electoral despiertan a los demonios del pasado autoritario.
Todavía el martes había dudas sobre el resultado definitivo de la elección de gobernador en el estado de Baja California. Dos días antes, los dirigentes tanto del PRI como del PAN habían proclamado la victoria de su respectivo abanderado. Después, el recuento le dio la ventaja a Francisco Vega, "Kiko", candidato de la coalición del PAN y el Partido de la revolución Democrática (PRD, izquierda) con 47 por ciento de los votos, por encima del 44 por ciento obtenido por Francisco Castro Trenti, del PRI. Pero esa puntuación fue invalidada por el instituto electoral local, que alegó un error informático. El resultado quedó pendiente del recuento de las boletas.
"¡Esto es una trampa…", denunció Jesús Zambrano, presidente del PRD. "El órgano electoral trata de reconstruir el fraude de 1988". Ese año, el abanderado de la izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas, perdió la elección presidencial ante Carlos Salinas de Gortari, candidato del PRI, debido a una supuesta falla en el sistema de recuento de votos.
Veinticinco años después, el espectro del fraude electoral del partido en el poder se apareció en Baja California, uno de los trofeos más codiciados en estos escrutinios en los que también se eligieron 931 alcaldes y 441 diputados locales en los cuatro puntos cardinales del país.
"Baja California fue el primer estado que en 1989 eligió a un gobernador del PAN, lo que inició la alternancia política de los presidentes Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calderón (2006-2012), surgidos también del PAN", explica Lorenzo Mayer, politólogo del Colegio de México. Desde entonces, el PAN ha gobernado Baja California. "Conservar ese estado es esencial para la derecha, después de su derrota en la presidencial de julio de 2012, en la que ganó el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto ", precisó.
En otras partes, los dirigentes del PAN y del PRD denuncian la injerencia en el proceso electoral de los gobernadores del PRI, que dirigen 10 de los 14 estados en los que hubo elecciones. Los acusan de haber recurrido a fondos públicos para comprar votos y hacer presión en los 32 millones de ciudadanos convocados a las urnas, de los cuales 60 por ciento se abstuvo. "Esta guerra sucia disuadió a los mexicanos de ir a votar", fustigó el panista Madero. El perredista Zambrano, por su parte, fue más lejos y afirmó que "el crimen organizado actuó para favorecer a los candidatos del PRI".
La campaña fue una de las más violentas de la historia del país, con una veintena de candidatos y colaboradores cercanos asesinados, secuestrados o amenazados.
"Algunos de los asesinatos fueron cometidos por militantes de todas las corrientes", subraya Jorge Chabat, politólogo del Centro de Investigación y Docencia Económica. "Pero la mayoría fueron cometidos por el crimen organizado para descartar a sus adversarios políticos y proteger sus actividades ilícitas".
El clima de inseguridad y fraude mancha la imagen de Peña Nieto que, desde su entrada en funciones el 1 de diciembre de 2012, asegura encarnar a un "nuevo PRI", respetuoso de la democracia y garante del orden público. Para Chabat, "la alternancia política del PAN implicó un vacío en el estado central, que fue llenado por el crimen organizado. Eso sin contar el aumento del poder de los gobernadores, cuyas viejas prácticas clientelistas y autoritarias Peña Nieto trata de cambiar".
En reacción, los dirigentes de la oposición amenazan con revisar su participación en el Pacto por México. Firmado el 2 de diciembre por los tres partidos principales (PAN, PRI y PRD), este acuerdo se dirige a aprobar las reformas necesarias para el desarrollo del país. Interesado en calmar los ánimos, Peña Nieto exhortó a los partidos a "respetar la decisión de los ciudadanos".
Sobre todo porque el PRI obtuvo la mayoría en muchos de los congresos locales en disputa y ganó ocho de las trece capitales estatales en juego. La coalición PAN-PRD triunfó en cinco ciudades grandes, entre ellas Puebla y Aguascalientes. Sin contar la posible victoria del PAN en Baja California.
Desde el lunes pasado, el presidente del PRI, César Camacho, dejó de proclamar la victoria de su partido en ese estado pero tampoco ha reconocido su derrota.
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