A propósito de la discusión sobre si estamos o no en recesión, Mauricio Cabrera recordó hace poco una distinción entre desaceleración y recesión que resulta útil para entender lo que le viene pasando a la economía colombiana. "Desaceleración es cuando mi vecino pierde su empleo; y recesión cuando pierdo el mío".
Pues bien: las últimas cifras que publicó el Dane sobre la situación del mercado laboral para el mes de mayo del 2009 parecen confirmar que estamos frente a una recesión económica más que ante una mera desaceleración. Una recesión leve, pero recesión al fin y al cabo.
En efecto: en mayo de 2008 había en Colombia un nivel de desempleo abierto del 10,8%, al paso que un año después se elevó al 11,7%. Esto significa en cifras absolutas que en la actualidad hay 2.447.000 personas que están buscando trabajo y no han podido encontrarlo. Y que en el último trimestre el número de desocupados se incrementó en 283.000, a pesar de que simultáneamente se creó un número significativo de nuevos empleos.
Estamos viviendo una situación paradójica -propia de las crisis- que aunque no es clara a primera vista no es menos preocupante. Se trata del llamado incremento de la tasa de participación: a pesar de que la economía logra generar nuevos empleos se incrementa la desocupación global, pues más gente sale a buscar trabajo.
Ahora bien: ¿quiere decir lo anterior que porque hubo aumentos en los puestos de trabajo fueron éstos de carácter estable y de buena calidad? Infortunadamente no. Según el Dane, lo que más creció fue el trabajo informal y el precario. De las plazas nuevas que se crearon durante el último año cerca del 80% se originaron en el sector informal, en los llamados cuenta propia, en el rebusque y en el trabajo familiar no remunerado.
Informó también el Dane que el desempleo está comenzando a tocar la puerta de los jefes de hogar, cuyos índices de desempleo se incrementaron entre mayo del año pasado e igual mes de este año del 5,3% al 6,4%. Y es sabido que cuando el desempleo golpea a los jefes de hogar es cuando más aumenta la tasa de participación: la esposa y los hijos -que no lo estaban haciendo- salen a buscar trabajo.
Un estudio reciente que acaba de publicar la Cepal conjuntamente con la Organización Internacional del Trabajo ("Crisis y Mercado Laboral, Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe", junio de 2009), ilustra muy bien cómo el principal impacto que la crisis está teniendo en el mercado laboral de la región es precisamente el aumento del desempleo causado por el incremento en las tasas de participación.
Estas dos organizaciones calculan que a lo largo de 2009 el número de desempleados en la región se incrementará entre 2,8 y 3,9 millones "dependiendo del comportamiento de la oferta laboral de los hogares". Los cuales vendrían a sumarse a los 15,9 millones de desempleados que ya existen en las ciudades latinoamericanas.
La historia muestra que la recuperación del empleo es algo que se da mucho más lentamente que el conjunto de la economía cuando se superan las crisis. Sin embargo, por algo debe comenzarse.
En la semana que acaba de pasar han aparecido dos noticias alentadoras: las acciones recuperaron 30% de su valor durante el primer semestre de 2009, borrando así las pérdidas que había registrado su índice a lo largo de 2008. La segunda noticia proviene de Fedesarrollo: la confianza de los consumidores, por primera vez desde que comenzó la crisis, muestra mejoría.
Son "brotes verdes" positivos que empiezan a observarse. Y que ojalá se reflejen hacia el futuro en un retoño del postrado mercado laboral.
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