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HISTÓRICO
Microalgas y biocombustibles
Carlos Hildebrando Fonseca Zárate* | Publicado
El recalentamiento climático es posiblemente la mayor preocupación de la humanidad hacia el futuro. El informe Stern señala que si los países no invierten ya un uno por ciento (1%) de su Producto Interno Bruto para prevenirlo o detenerlo, sufriremos pérdidas económicas hasta de un 15% del PIB. Según científicos reconocidos, las medidas son todavía incipientes frente a la magnitud del problema.

Una de las soluciones parciales es la del uso de agrocombustibles (vegetales que se siembran en la tierra) y de biocombustibles (microalgas y bacterias celulolíticas). Los agrocombustibles de "primera generación" han generado gran controversia mundial por la afectación del precio de los alimentos asociada a algunos de ellos y por otros posibles efectos de su siembra masiva; Según el Banco Mundial, la introducción de los agrocombustibles incidió significativamente en el precio de los alimentos; otros factores tales como la demanda creciente de China e India, el alto precio del petróleo y sus derivados y la especulación en las bolsas de "commodities" en el mundo también aportaron. El consumo de energía fósil, de agua y tierra fértil que requiere cualquier cultivo terrestre han sido otro de los argumentos en contra de los agrocombustibles de primera generación, puesto que todos se relacionan con alimentos. El uso del maíz es el más criticable; es un error mayúsculo.

Se requieren biocombustibles sostenibles. La segunda y tercera generación de agrocombustibles y biocombustibles no debe afectar la seguridad agroalimentaria, debe servir para recuperar suelos degradados y brindar oportunidades de progreso para los campesinos. La jatrofa, la higuerilla, la sacha inchi y la inchi son especies promisorias nativas de América. La madera, el aserrín y de pastos de praderas naturales son fuentes interesantes de etanol, aunque todavía es necesario avanzar en el desarrollo de la tecnología de bacterías celulolíticas que descompongan la lignina para aprovechar la celulosa y elaborar normas que eviten la tala y deterioro de bosques y ecosistemas naturales.

Las microalgas, -las mismas que aparecen y tornan verde el agua en las piscinas cuando no se aplica el cloro-, son una excelente opción por tres razones: La primera, porque no compiten con alimentos ni con tierras para cultivos. La segunda, porque son bastante más productivas que cualquier cultivo terrestre: mientras una hectárea de palma aceitera produce seis mil (6.000) litros de aceite al año, una hectárea equivalente de microalgas produciría de 5 a 20 veces más aceite para la producción de biodiésel. La tercera, porque se alimentan principalmente de dióxido de carbono, uno de los gases responsables del recalentamiento climático, el cual emiten muchas industrias que usan carbón y gas natural para sus procesos de combustión. También podríamos usar los nutrientes que contienen las aguas residuales domésticas como alimento de las microalgas; Así, haríamos triple beneficio: las microalgas servirían para limpiar la atmósfera y las aguas y resultarían en biodiésel o etanol. Adicionalmente, se podrían vender certificados de reducción de gases de efecto invernadero asegurando la factibilidad y rentabilidad.

En Colombia tenemos todas las condiciones para avanzar rápidamente en el desarrollo de la tecnología de cultivo de microalgas alimentadas con gases de emisiones de chimeneas y aguas residuales domésticas: nuestro clima, nuestra biodiversidad juegan a nuestro favor. Incluso, podríamos diseñar gasoductos que capturen todos los gases de emisión de los distritos industriales y los conduzcan a grandes cultivos de microalgas en terrenos marginales para la agricultura. En Antioquia ya comenzamos; La Universidad de Antioquia y EPM; Biosgeos, LST S.A. y el Parque Tecnológico de Antioquia estamos trabajando en ello. Son acciones de clase mundial.

* Gerente Parque Tecnológico de Antioquia
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