El país tiene que hacer una profunda reflexión en torno al valor de la vida. ¿Cómo entender que se vuelva a presentar un caso de asesinato de un bebé y que el directo responsable sea uno de sus progenitores?
Con características muy similares, en menos de un año, ocurren en el país dos hechos que, además de conmover y causar estupor, nos degradan como seres humanos.
En septiembre de 2008, Orlando Pelayo, secuestró y asesinó a su pequeño Luis Santiago, de 11 meses. Ya está condenado. Ahora, Johana Macías confiesa que fue ella quien mató a su bebé de 6 días de nacido, a quien había reportado como secuestrado.
Es difícil creer que un padre o una madre, por las razones que sean, den muerte a un hijo. Y esto más que cárcel para los culpables, y penas más severas, nos exije reflexión como sociedad.
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