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MUJER CONTRA MUJER

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05 de mayo de 2012
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En una entrevista en este diario a la señora Lucrecia Ramírez, esposa del Gobernador, leí: "Si en un momento determinado siente que tiene algo que aportar como profesional, lo hará sobre todo, si con ello contribuye al afianzamiento de una nueva generación de mujeres, libres, autónomas y felices." (Sic).

Y más adelante dice: "El tema de la Clínica de la Mujer me demostró lo atrasada que está la ciudad y los grandísimos poderes que están interesados en que las mujeres no crezcamos y que nos quedemos en la casa criando los hijos, sin hacernos preguntas. Eso me abrió las puertas del infierno".

A mí también. "Que las mujeres no crezcamos y que nos quedemos en la casa criando los hijos, sin hacernos preguntas", me hizo ver el diablo por un postigo.

¿Qué le hará pensar a la señora Lucrecia que somos esclavas, dependientes e infelices las que nos quedamos en la casa criando los hijos? No todas las que decidimos invertir tiempo, amor y energía en nuestra familia somos frustradas, amargadas ni resentidas.

Sé de muchas profesionales que en un momento de su vida han parado para oficiar de mamás y, que yo sepa, no hay retroceso en sus capacidades ni en su crecimiento personal. No somos enanas mentales ni tampoco tragamos entero.

No hay nada más cruel que una mujer contra otra mujer, me consta, pero las militantes del movimiento feminista, tan competitivas ellas y que se supone luchan por la igualdad de las mujeres, no pierden oportunidad de despreciarnos a las que somos "simplemente" mamás.

Llenan sus discursos de palabras suntuosas e imponen bobadas tan grandes como el lenguaje incluyente, dizque para que la sociedad nos visibilice, pero pretenden anular, de un tajo, a quienes hicimos de la familia la tarea más trascendente, por encima de los diplomas, los logros, los éxitos, los ascensos y el dinero.

La sociedad la hace la gente, y la gente se hace en la casa. Ella sabe, mejor que yo, que son determinantes los primeros cinco años en la vida del niño. ¿A cuento de qué invalida a las mujeres que han asumido la crianza de sus hijos como una prioridad? Me pregunto en qué momento la familia fue a parar al cuarto de sanalejo.

Estamos urgidos de valores, se evidencian de muchas maneras la falta de afecto y la soledad en la que viven los niños porque sus papás están muy ocupados consiguiendo dinero para suplir ausencias con objetos, pero a las que somos mamás de tiempo completo, con calidad y sin sacrificios, nos ponen precio de banano murrapo.

Que criemos los hijos no significa que seamos sometidas sexualmente, ni violentadas ni maltratadas.

Algunas, con mucho orgullo y dignidad, somos el eje de un hogar donde prima el respeto, la armonía y un interés centrado en un objetivo fundamental: Darles a nuestros hijos herramientas para ser libres, autónomos y felices en una sociedad que los estará esperando afuera para devorarlos.

Y no tenemos que ser gallinas protectoras para lograrlo. Tengo dos pruebas a la mano que enaltecen mi existencia.

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