Cada vez que hace sonar la trompeta, el pequeño cuerpo de Isabel González se estremece y no, precisamente, por el esfuerzo que hace al soplar para lograr que suene el instrumento sino por esa inmensa felicidad que siente con la música.
La niña, de nueve años, todavía no es una experta en la interpretación, pero después de tres años de práctica con diferentes instrumentos se defiende bien y confía en seguir mejorando con el aprendizaje diario en la Escuela de Música Blas Emilio Atehortúa, de Santa Elena, una de las 27 que integran la Red de Escuelas de Música de Medellín.
Allí acude todos los días después de clases para ensayar sus canciones preferidas junto a otros niños del casco urbano o de otras veredas del corregimiento.
"Me gusta venir acá porque me distraigo y aprendo muchas cosas", dijo Isabel con una gran sonrisa. La misma que permanece en su rostro durante toda la clase, la cual disfruta al máximo sin importar que más tarde tenga que llegar a su casa a hacer las tareas.
Para Laura Jaramillo, de doce años, la música representa más que una pasión, es una forma de expresar sus sentimientos.
"Me hace sentir bien y pensar positivamente", comentó. Luego volvió a tocar el saxofón con emoción.
Ese sentimiento de satisfacción es una constante para ellas y para otros 120 niños y jóvenes, de 7 a 22 años, que integran la escuela de instrumentos de viento y percusión que abrió sus puertas hace apenas dos semanas.
El espacio cuenta con seis cubículos individuales, tres dobles, un salón de percusión, cuatros salones de ensayo grupal y un auditorio, lo que llena de orgullo a estudiantes y maestros, quienes antes debían practicar en una improvisada caseta con techo de zinc o en el auditorio de la Institución Educativa de Santa Elena.
"Nuestra escuela es nuestro orgullo, un paso más hacia el conocimiento y la educación. Nuestro segundo hogar", se lee en el tablero de uno de los salones. Sin duda, una expresión del amor de los pequeños por el recinto, que permanece adornado con flores de todos los colores.
El director de la Escuela, John Jairo Martínez, da fe de ese sentimiento. Él no duda en asegurar que ahora, gracias a la renovación, los niños pueden también explotar sus habilidades artísticas de forma óptima.
"Antes, las instalaciones no eran las adecuadas. El espacio era muy reducido y se interrumpían los ensayos porque el sonido de todos los instrumentos era simultáneo", explicó el profesor.
"El cambio fue radical porque a veces nos tocaba ensayar hasta en la cocina", manifestó entre risas, Jonathan Tejada, otro de los estudiantes.
A sus 19 años, nueve de los cuales ha dedicado a interpretar el trombón, ya tiene muy claro que quiere continuar con la carrera musical, algo que empezó como un pasatiempo, pero que ahora llena sus días.
" Además de generar sentimientos, la música ayuda a los jóvenes a no tomar caminos equivocados y les abre las puertas al aprendizaje por eso quiero seguir practicándola", comentó.
Pero mucho más allá de aprender a tocar un instrumento, los muchachos desarrollan una disciplina que les permite optimizar el tiempo.
"Ellos aprenden a distribuir sus horarios y mejoran su rendimiento académico contrario a lo que inicialmente pensarían los padres", señaló John Jairo Martínez. El director destacó además, la motivación de los estudiantes y sus ganas por seguir conociendo más acerca del mundo de la música.
"Lo más gratificante es ver cómo evolucionan y su disposición para aprender", resaltó con cariño.
Ese sentimiento llena también el corazón de Carlos Palacio, profesor de la Red de Escuelas de Música desde hace cinco años.
"Enseñarle a los chicos es una experiencia que me ha permitido crecer profesional y personalmente", subrayó.
"Mil gracias por regalarnos este lugar para compartir, soñar y vivir la magia de la música", es la frase que Isabel y los demás muchachos plasmaron en una cartelera ubicada a la entrada de la escuela.
El mensaje representa su deseo de que esa magia siga siendo una realidad por lo que esperan que las próximas administraciones continúen fortaleciendo el programa que los ha hecho felices.
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