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Pico y placa cerebral

05 de agosto de 2008
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“Las buenas intenciones no son suficientes, ni los grandes objetivos, si ellos no tienen un complemento que se llama razón”   
Eduardo García Gaspar

Dice el adagio popular que “De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno”. Creo no exagerar al decir que nadie tiene dudas de las buenas intenciones de las autoridades del gobierno municipal con la medida de ampliar la restricción vehicular, o “pico y placa” con el ánimo de hacer menos insufrible el transitar por las pocas vías de esta ciudad.

Pero  suele suceder que cuando la capacidad de análisis de la realidad y la habilidad para considerar los efectos totales de las decisiones son tan escasas como las calles de Medellín, la selección de los remedios o el aumento de la dosis de lo ya prescrito puede ser inútil en el mejor de los casos, o por el contrario puede tener efectos secundarios más serios y dañinos al resto del organismo, que hacen el costo mayor al beneficio, así sean el resultado de buenas intenciones.

Desde principios del siglo XVIII, Bernard Mandeville en su obra “La fábula de las abejas”, tal vez la precursora del estudio de los “efectos no intencionales,” advertía que a causa de la complejidad de la sociedad: las acciones gubernamentales simplistas fruto de la ignorancia o la urgencia de actuar, pueden tener efectos opuestos a los buscados; que circunstancias que parecen propias del egoísmo pueden promover la virtud, y que algunas medidas orientadas al bienestar pueden causar más daños a la sociedad en su conjunto, así estén motivadas por las más nobles intenciones.

Perdonarle la deuda a los países pobres parece tener todas las características de una acción buena y digna de imitar que mejoraría la vida de sus ciudadanos, pero posiblemente será la forma de perpetuar en el poder a la clase gobernante corrupta e inepta que ha sido la causante de la pobreza que se intenta eliminar. Hacer una colecta para comprar a un grupo de personas que están siendo vendidas como esclavos resulta a primera vista una acción indiscutible y propia de la caridad cristiana, pero tal vez lo que provoque sea consolidar el negocio de la esclavitud, fomentar su expansión y hasta subir el precio.

En aras de aumentar la ocupación en un país con altas tasas de desempleo, se podría “pensar”, que como las máquinas quitan trabajos, entonces lo mejor es decretar su prohibición y devolvernos en el tiempo para aumentar el empleo. Pareciera ésta la lógica de la medida de aumentar la dosis pico y placa. No nos extrañe entonces, que cuando pasado el tiempo y la medida pierda de nuevo su eficacia, nos obliguen a vender los carros y comprar caballos y adicionalmente decidan ponerle “pico y ponchera” a los limosneros para reducir la mendicidad, “pico y grilla” a los traquetos para evitar su insoportable presencia, o ponerle un “pipi y placa” a los moteles, pues encontraron la fórmula buscada por todas las religiones para reducir el adulterio y el cachoneo.    

El problema del flujo vehicular parece estar enfocándose desde una óptica facilista desde la cual, como supuestamente hay “muchos” carros, no hay que hacer vías sino sacar los carros. La “solución” de reducir los carros es fácil pero pobre, cortoplacista y retrograda. Medidas como estas son típicas de formas de “pensar” que asumen que si se atacan los síntomas se resuelven las causas. Es como si para rebajar de peso se optara por cortarse una pierna o para aliviar la arteriosclerosis le solución sea sacarle sangre al enfermo. Nada más parecido a las decisiones del autoritario gobierno chino que ha decidido prohibir la operación de fábricas y la circulación de vehículos para que los niveles de contaminación no le empañen sus olimpíadas con las que buscan descrestar al resto del mundo.

Es tan pobre la argumentación que intentan hacernos creer que la razón también es ambiental, pero entonces ¿por qué el mismo criterio no se aplica para la selección del energético para el Metroplus que ojalá inauguren nuestros nietos?

La medida de la ampliación del pico y placa vehicular no tiene reversa porque lo que parece que está en discusión es el orgullo y no la racionalidad, pero si van a poner obligatorio el pico y placa al uso del cerebro, me apunto a la desobediencia civil. 

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