Hablar de las revueltas del 9 de abril de 1948 luego del homicidio de Jorge Eliécer Gaitán, de la división que se presentó en el país y de lo que podría haber sido un desastre mayor, no sería posible sin remitirse a la figura de Mariano Ospina Pérez, quien era el presidente en esa época.
Alberto Velásquez Martínez, uno de los estudiosos de la historia política colombiana, aseguró que la gran enseñanza que dejó Ospina Pérez a sus sucesores en la Presidencia de la República es que a pesar de lo difícil que pueda parecer una situación, el cargo no debe ser abandonado.
"Si el 9 de abril, Ospina sucumbe o vacila, esto habría sido un caos. Demostró el valor de un hombre y su responsabilidad en el cumplimiento del deber. En esas circunstancias tan difíciles dijo a quienes lo presionaban a dejar el poder: más vale un Presidente muerto que un Presidente fugitivo", recordó Velásquez
Y es que ese 9 de abril de 1948, según el historiador, el mandatario enfrentó tres coyunturas difíciles: la presión de una turba que quería tomarse la Casa de Nariño y de las emisoras que estaban atizando esta situación; la de los jefes liberales que fueron a pedirle el Gobierno e instaron a Eduardo Santos ( quien era el designado) a que volviera al país; y a Laureano Gómez, canciller y jefe del conservatismo, que envió a los generales a que le dijeran a Ospina que les entregara el poder, porque eran los únicos que podían garantizar el orden público.
Otro aspecto para destacar de Ospina, es haber sido el precursor de lo que en 1957 se constituyó como el Frente Nacional (alternancia de partidos). Esto, precisa Velásquez porque al asumir su mandato planteó la Unión Nacional, entre los partidos Liberal y el Conservador.
Con esto, explicó, buscaba hacer factible las realizaciones de su Gobierno, que incluía un programa social muy ambicioso. "Eso se rompió con el asesinato de Gaitán y desde ese hecho el país se partió en dos".
Otro aspecto que llama la atención es la actitud de Ospina frente a los señalamientos que se le hicieron sobre su presunta responsabilidad en la muerte de Gaitán. "Qué tanto no tuvo que ver, que nombró a un gran magistrado liberal, Enrique Jordán, como investigador del crimen (...) Ospina quiso decir que el conservatismo no iba a politizar ese crimen, hasta eso se llegó, como un acto de transparencia, de dignidad, de respeto por la justicia".
En el libro "Un viernes trágico", en el que Jordán recogió todas las investigaciones, señaló que la muerte de Gaitán no fue un crimen de Estado.
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