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Otra Navidad triste con el corazón
en cautiverio

19 de diciembre de 2009
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"A nosotros, el espíritu se nos apagó hace mucho rato. Cuando falta alguien, la Navidad no es la misma", se lamenta Emperatriz de Guevara, madre del mayor Julián Ernesto Guevara, y quien completa 11 festividades sin la compañía de su hijo, muerto en cautiverio.

A ese sufrimiento, compartido por decenas de familias más que tienen parientes privados de la libertad, se suma otro dolor: la incertidumbre de no saber dónde están los restos de 'Juliancito', como aún le dice de cariño. Por esta razón, doña Emperatriz asegura que su mejor regalo sería darle a su hijo un entierro digno.

Si bien su casa nunca permanece sola y en diciembre tiene la compañía de sus otros siete hijos y 17 nietos, el vacío que dejó la partida del mayor de la Policía no ha sido, ni será llenado.

"Son momentos de angustia. No hay cabeza para nada más y el sufrimiento se lleva por dentro", dice la señora Emperatriz, con resignación.

¿Dios por qué lo permite?
Ya hace tres años y ocho meses se supo de la muerte de Julián Ernesto. Sin embargo, en momentos de debilidad ella todavía se refugia en las cartas que desde el cautiverio él le alcanzó a enviar. Hay una que en particular retoma por esta época del año: " Si Dios es tan poderoso como dices, no permitiría que sufrieras de esta forma por mi secuestro, no permitiría que mi hija sufriera. ¿Por qué permite que estos malditos hagan sufrir así a nuestras familias? ".

Así respondió el mayor en el 2001 a una comunicación en la que ella le pedía que tuviera fe. La carta está escrita en una hoja de cuaderno y permanece junto a ella en cada Navidad.

Aunque es consciente de que jamás lo volverá a ver, dichos renglones la fortalecen y le permiten entender que la vida debe seguir. "Once navidades de dolor, once navidades de tristeza, once navidades de angustia (?) en sus palabras me demostró que amó demasiado y eso me permite reponerme. Lo hago por mis nietos y porque la vida de mis otros hijos debe continuar", relata la mujer de 71 años, con la entereza de la madre de un héroe.

Pero ahora, como si fuera un milagro, siente que su deseo está a punto de cumplirse. Desde abril las Farc anunciaron su voluntad de entregar los restos del mayor Guevara, y desde ese día le volvió el alma al cuerpo.

"La esperanza es muy grande (?) queremos sentirlo más cerca, saber dónde está y tener la certeza de que su espíritu descansa en paz", agrega la señora Emperatriz.

Primera Navidad en ausencia
Como ella, son varios los padres que siguen con el corazón en cautiverio, pero que jamás pierden la esperanza de volver a compartir una Navidad con sus hijos. Tal es el caso de las familias del sargento Pablo Emilio Moncayo y del soldado Josué Daniel Calvo, quienes según el grupo guerrillero, también serían liberados pronto.

"Estamos con la esperanza de tenerlo pronto. Mantengo el celular prendido esperando a que me digan que vaya por él", dice Luis Alberto Calvo, padre del uniformado que menos tiempo lleva en cautiverio.

Josué Daniel fue secuestrado el pasado 20 de abril en el corregimiento El Encanto, municipio de Vista Hermosa (Meta). Esta es la primera Navidad lejos de casa, pero para los suyos es "una eternidad". "Para mí todos los días han sido de sufrimiento. Desde que estaba en el Ejército lo llamaba siempre para saludarlo en las mañanas", recuerda el padre.

Para ellos ahora no hay nada. En la casa de los Calvo la Navidad pasa por un lado y al igual que en la de cualquier secuestrado, el único regalo que se espera es el retorno del joven.

A don Luis Alberto el sonido de los villancicos, así como el aroma de la natilla lo llenan de recuerdos. Cómo olvidar que para estas fechas era su hijo el encargado de darle vida a la casa, impregnando cada rincón de su espíritu navideño.

"Lo que más le pido a Dios es que esta sea la primera y la última Navidad sin mi niño. No imagino mi vida con su ausencia prolongada", dice el padre del soldado Calvo, quien se espera será liberado junto a Pablo Emilio Moncayo, uno de los uniformados que más tiempo ha permanecido secuestrado.

Doce años de ruegos
"Ya estoy como Santo Tomás de Aquino, hasta no ver no creer (?) cómo no pensar así después de doce navidades en medio de la angustia y zozobra de no saber sobre tu hijo", dice el profesor Gustavo Moncayo, resignado con la falta de adelantos en el proceso de liberación.

A él y a su familia sólo les queda un camino: "Pedirle mucho a Dios para que nos dé fortaleza y unidad familiar". El Caminante de la paz revela que después de tres años de estar alejado de la familia en estas fechas, este diciembre tratará de volver a celebrar la llegada de un año nuevo.

Como el resto de padres y de madres, el profe ya olvidó lo que es celebrar en torno a un pesebre o a un árbol de Navidad. "Eso se va perdiendo. Las cosas ya no son como antes y ahora sólo quiero volver a ver a Pablo".

Pero él tiene claro que la vida debe continuar. Por eso compartir el 24 y 31 de diciembre con Laura, su hija menor, será un aliciente en una época en la que se aviva la nostalgia por la ausencia de su único hijo varón.

Aunque para los Moncayo y la familia del mayor Guevara este diciembre amenaza con tener un final similar al de los anteriores y para los Calvo, con ser la primera en ausencia, aún hay una puerta de esperanza: el proceso de liberación liderado por la Iglesia, el CICR y la senadora Piedad Córdoba, cuyos resultados podrían verse en enero próximo.

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