Es un contrasentido imponer el pico y placa para reducir de algún modo la congestión automotriz en las calles de Medellín y al mismo tiempo autorizar el cierre de vías para celebrar cualquier espectáculo público. Parece como si la misma administración se dedicara a boicotear sus propias estrategias de movilidad.
Vamos para tres semanas de endemoniadas retenciones callejeras, es decir de tacos, trancones o atascos. La celebración del Bicentenario, una competencia ciclística, la apertura de la Feria de las Flores y los centenares de eventos previstos determinan una suerte de emergencia vial. Desde hoy habrá nueva rotación del discutido pico y placa y nadie puede asegurar que resulte efectivo si vuelven a clausurarse vías y escasean las alternativas de desvío del tránsito y si, además, a cualquier hora se tolera el estacionamiento estorboso de camiones de repartición de gaseosas, pollos y alimentos empacados, neveras y fogones o encomiendas.
La ciudad está anarquizándose en este asunto básico de la circulación vehicular. A la incapacidad manifiesta para ejercer control, se le suma el ánimo agresivo y pendenciero de una cantidad creciente de conductores que hacen adelantamientos temerarios, se pasan semáforos en rojo, acosan a los veloces exponentes del gremio no menos indisciplinado de los motociclistas y nos sacan de carriles y casillas a los choferes particulares que nos empeñamos en cumplir con estoicismo, expuestos a insultos y amenazas, las reglas elementales que sintetizan la ética civil y la convivencia en el usufructo del espacio público. Y el Municipio debería orientar con buen ejemplo y espíritu de lo razonable, en lugar de involucrarse en el festival de la indisciplina social.
Mientras la estrechez vial de la ciudad impida el pleno ejercicio de la libertad de movimiento y el derecho a la locomoción, es decir mientras persista la emergencia automotriz, que tiende a volverse crónica, el más simple sentido común enseña que desfiles y espectáculos festivos y de apariencia carnavalesca deberían concentrarse en espacios que permitan concurrencia multitudinaria pero ordenada. La unidad deportiva, los parques Norte, Juan Pablo Segundo y Juanes de la Paz, las explanadas de Empresas Públicas y Plaza Mayor, la Macarena, etc., podrían acoger a miles de personas, sin necesidad de perturbar hasta el extremo del caos el desenvolvimiento ya difícil del tránsito.
Casi todo lo que está anunciándose para la Feria de las Flores es sugestivo. La fiesta es parte de la vida urbana y muestra la vitalidad de nuestra interesantísima ciudad de contrastes. Ojalá no se potencien desorden y congestiones. Por mi parte, confiado en la excelencia de los colegas periodistas de los canales locales de televisión, preferiría ver de cerca los desfiles y otros festejos en el marco fascinante de la pantalla y en la silla preferencial de mi casa.
Pico y Placa Medellín
viernes
no
no