Era más predecible el triunfo de Rafael Pardo en el Partido Liberal. Tenía el respaldo de la mayoría de los parlamentarios, había participado en la anterior consulta, contaba con el apoyo implícito de César Gaviria Trujillo. También, claro está, presentaba una hoja de vida impecable y una larga trayectoria como alto funcionario del Estado.
Petro, en cambio, carecía de un respaldo significativo en el interior del Polo. Incluso el presidente del partido, que debía guardar neutralidad, hizo campaña abierta por Carlos Gaviria. Más severa fue la competencia que le hicieron el Partido Comunista, el Moir y la Anapo, grupos de una gran experiencia en la movilización de la militancia.
Todo hacía pensar que Petro no podría derrotar a Gaviria. No fue así. Una importante franja de electores de afuera y de adentro del Polo decidió apostarle a una renovación de la izquierda y se fue en un día frío a meter la mano para cambiar el rumbo de un proyecto político que estaba en un triste momento de estancamiento.
Hay, sin embargo, un rasgo que identifica a Pardo y a Petro. Ambos ganaron las consultas con la bandera de impulsar una gran coalición para enfrentar a Uribe. De buscar esos acuerdos antes de llegar a la primera vuelta para tener el tiempo suficiente de cohesionar las fuerzas y proyectar un serio movimiento antirreeleccionista.
La tarea no es nada fácil y la batalla que acaban de librar los dos candidatos para ganar las consultas internas es apenas el primer paso y seguramente no el más difícil. Sacudirse del fantasma de la baja votación en la consulta es, sin duda, el reto más inmediato.
Ya el uribismo salió a reclamar como una victoria la baja concurrencia a las urnas. Dicen que la consulta ha demostrado que hay un apoyo fervoroso al referendo y a la reelección. Olvidan que el domingo pasado no había una elección mayor y no estaban presentes la mayoría de los grupos políticos del país. Estas cosas son atenuantes reales que Petro y Pardo deben tener en cuenta. Sin ignorar o esconder que tanto el Partido Liberal como el Polo Democrático atraviesan una crisis profunda.
Tres periodos de los liberales por fuera del poder y una gran ofensiva de Uribe sobre este agrupamiento, han significado un rudo golpe para las filas partidarias. Ahora esta fuerza que dominó la política colombiana a lo largo del Siglo Veinte se ha convertido irremediablemente en una minoría.
También la manera errática como ha sido conducido el Polo después de las elecciones de 2006: la decisión de la mayoría de sus dirigentes de rechazar significativas alianzas en las elecciones locales y la disposición a mantener esta postura en la actual campaña, condujeron a este partido a un retroceso lamentable.
¿Cómo revertir la crisis? A Pardo le corresponde demostrarles a los militantes liberales que existe posibilidad de derrotar a Uribe. Está obligado a darles esperanzas de que el liberalismo puede volver al poder. Por eso no tiene una salida distinta a tender puentes hacia Germán Vargas Lleras, hacia el Polo, hacia sectores del uribismo no reeleccionistas. Quizás hacia los tres ex alcaldes de Bogotá y hacia las filas de Sergio Fajardo. Forjar un proyecto capaz de ofrecer una batalla decorosa al uribismo.
Petro la tiene más difícil internamente. Ninguno de los grupos que se mueven en el interior del Polo tenía en sus cuentas que Petro podría derrotar a Gaviria y aún no sabemos si podrán aceptar con gallardía la derrota. Les resultará imposible desconocer abiertamente los resultados, pero seguramente acompañarán de mala gana un gran proyecto de unidad.
Los interlocutores de Petro son, sin duda, los mismos de Pardo. Pero las mayores probabilidades de un acuerdo están por los lados de Mockus, Peñalosa y Garzón, agrupados ahora en el Partido Verde Opción Centro o en el campo de Fajardo. Ojalá Petro se mantenga firme en la idea de buscar una gran coalición.
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