El 10 de noviembre de 2007, durante la XVII Cumbre Iberoamericana en Santiago de Chile, don Juan Carlos I, entonces Rey de España, solo necesitó cinco palabras para poner en su sitio a Hugo Chávez, entonces presidente de Venezuela, con su famoso "¿Por qué no te callas?".
Más allá del incidente diplomático entre un mandatario europeo que perdió la prudencia frente a un mandatario suramericano que nunca la tuvo, esta frase, entre orden y pregunta, se convirtió en un fenómeno social que no pasa de moda.
Hoy, ni el uno es rey ni el otro es presidente, pero ante los hijos ilegítimos que le han aparecido al primero luego de su abdicación, me pregunto: ¿No tuvo Juan Carlos algún amigo confidente que en sus años mozos le dijera algo así como "por qué no te operas"?.
Por ahora han aparecido tres supuestos hijos extramatrimoniales y no reconocidos por el rey abdicado: Albert Solá, Íngrid Satiau y Ricardo Isaza Sierra, pero faltan datos de otras provincias, como dirían en la Madre Patria.
Me dirán que no me meta en su vida íntima, pero la intimidad de los personajes reconocidos, cuando dan papaya, se vuelve pública.
Según Ricardo, que vive en Medellín, él es "producto de un encuentro fugaz de mi progenitora con este señor Juan Carlos en Cartagena". ¿Verdad? No sé, pero al parecer, el rey ha sido un verdadero "pipiloco", de los que creen que la promiscuidad y el libertinaje sexual los convierte en machos de verdad. Errónea y peligrosa creencia.
La paternidad irresponsable causa estragos sociales por todos lados:
En la madre del niño, por lo general adolescente, con ilusiones y un proyecto de vida que se frustra o se deteriora, no sólo por los convencionalismos del madresolterismo, sino también por la obligación de cuidar sola a un hijo cuyo padre abandona la responsabilidad o la asume a cuentagotas y sin compromisos que lo aten a él.
En las familias que se ven involucradas, porque alguna tendrá que subsanar la irresponsabilidad de otros.
Y en la criatura que nace, porque seguramente vivirá en condiciones de desprotección económica, afectiva y familiar y con la carencia de una figura paterna, tan importante en el desarrollo emocional del niño.
Pero también hay casos de papás que quieren y no pueden acercarse a sus hijos, como el de esta historia que llegó a mi "confesionario": la de un hombre angustiado que le pide perdón a su hijo por los padres que tiene y que seguramente el niño no hubiera escogido. Desde hace doce años ha reportado el "secuestro y la desaparición forzada" de su hijo, y ha pagado la "extorsión" mensual para saber de él o poder verlo, mientras el pequeño permanece indefenso ante la ceguera cruel, el odio y el egoísmo de su madre. Durante años ha llorado de dolor, de impotencia y desesperación por la tortura, castigos e indolencia a los que ha sido sometido durante tanto tiempo sin su hijo, al que no le han podido llegar sus abrazos por la incapacidad de ella de escuchar sus gritos silenciosos que suplican un acercamiento.
Pocas veces los cuentos de "metidas de patas" e inmadurez sexual tienen finales felices. Por eso, considerando la alta impopularidad de la abstinencia y el extremismo del "¿por qué no te operas?", ¿será muy impertinente preguntar por qué no te forras? Pues, al menos…
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6