A don Alberto Yepes le ha tocado todo con el DIM: los dos títulos iniciales, el sufrimiento de 45 años de ayuno y las tres alegrías inmensas de lo que va de este siglo.
Cinco estrellas, cinco gritos poderosos, pero también mucho sufrimiento. "Aguantar las burlas de los hinchas de Nacional durante tanto tiempo fue lo más duro", recuerda este paisa de 64 años, oriundo de Neira, Caldas, pero con su corazón y su familia de Medellín.
Ayer llegó a la cita muy puntual. Eran las 5:00 de la tarde y el hombre arribó con los suyos a La Tienda de Santi, en el paseo comercial La Mota.
Rosalba Vélez, su esposa; y Claudia y Mauricio, sus hijos, son verdes, pero no se despegaron un segundo de él para acompañarlo en la alegría.
El momento soñado: diciembre, música parrandera, luces, centenares de personas felices y la quinta roja que asomó en el cielo desde que el poderoso le ganó al Huila en Neiva.
Rodó el balón y con él el primer ron para calmar tanta ansiedad, "porque si no es así, de pronto me da un infarto", explicó el viejo.
Su energía decayó con el cabezazo de Erwin Maturana que puso a ganar al opita, pero nunca perdió la fe en su equipo, sobre todo en Jackson, de quien aseguraba que "hace su golcito".
Y así fue. En el minuto 69, el mayor goleador en torneos cortos hizo gritar a Alberto y a miles de aficionados. Bajó la narración y entró el himno: ¡Grita el pueblo clamoroso!..
A los cinco minutos, con el zurdazo de Luis Fernando Mosquera, La Mota explotó y fue un gigantesco telón rojo. Los Yepes Vélez brindaron y don Alberto, el jefe, dijo que la estrella no se las quitaría nadie. Ni Lewis Ochoa que, casi al final, le quiso aguar la fiesta a su antiguo club.
"¡Campeón, rojo campeón!", corearon todos en La Mota.