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Que hable la mayoría silenciosa

  • Juan José García Posada | Juan José García Posada
    Juan José García Posada | Juan José García Posada
03 de octubre de 2010
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Aunque el concepto de un egresado pueda calificarse de irrelevante, quiero decir que en 207 años de historia la Universidad de Antioquia ha sorteado todas las dificultades. La inestabilidad, salvo en breves períodos, ha sido como una marca del destino.

En el primer siglo la azotó la cadena de guerras civiles, hasta la de los Mil Días. En el Veinte padeció confrontaciones partidistas, cismas ideológicos y escisiones, estrecheces económicas y recortes presupuestales, arremetidas de un centralismo asfixiante, huelgas con desentejadas y allanamientos razonables o sin sentido, etapas de desgreño administrativo, embates de grupos radicales y facciones violentas, etc. Pero siempre ha prevalecido el espíritu democrático.

La consulta promovida por el Consejo Académico, mal llamada virtual (puesto que es real), plantea un cuestionario que, para el lector con sentido común, sugiere respuestas obvias. Que la Universidad deba estar abierta y en funcionamiento, es redundante. Que se precise un compromiso institucional, es elemental, si la sola matrícula y el contrato de trabajo llevan implícita esa suerte de acuerdo de convivencia. En cualquier caso, la reapertura, con o sin consulta, representa la voluntad general, de una mayoría que por lo regular permanece silenciosa, cuando no indolente.

Una mayoría que no es grata para la minoría beligerante, hoy como ayer. Recuerdo que hace más de cuarenta años, con un grupo de estudiantes demócratas organicé en la Plazuela Nutibara una consulta abierta, que forzó el levantamiento de un paro que nos conculcaba el derecho fundamental al servicio público de la educación superior. En una asamblea minoritaria nos declararon personas no gratas a los promotores y a los miles de firmantes del plebiscito. Pero se restableció la normalidad académica y se salvaguardaron la autonomía, la libre cátedra, la controversia civilizada y los demás valores de la vida universitaria. Tiempo después, por un comentario radial en defensa del derecho a la educación, volvieron a abrocharme el mismo apelativo.

Los problemas de la Universidad (entre ellos la presencia de mercaderes indeseables en el llamado aeropuerto) forman una realidad compleja que no es fácil comprender desde afuera. Lo más simplista es concluir que los directivos podrían haber actuado con prudente energía para preservar el orden y la seguridad internos. En parte, puede que sí. Y sea mediante una consulta como la que estará abierta hasta hoy lunes en el portal de internet, o por decisión potestativa de la autoridad académica, lo cierto es que la reapertura es apremiante.

Al Alma Mater de Antioquia en peores partes la ha cogido la noche , como suele decirse. No es ni concebible ni probable que esta vez se deje disminuir por circunstancias adversas. Antes, por el contrario, cada vez que se le desafía a potenciar sus reservas morales sale invicta y engrandecida.

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