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¿Qué pensarán los jóvenes del actual Gobierno?

14 de diciembre de 2009
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En estos días se ha producido una racha de mensajes dirigidos al corazón de las jóvenes. A limitar sus libertades individuales, a controlar su privacidad, a echar por suelo conquistas que son moneda corriente en otros países.

Se prohibió la dosis personal. Se atacó la idea de entregar gratuitamente la píldora del día después a adolescentes de bajos ingresos. Se llevó a la cárcel a Nicolás Castro quien habló en un blog de asesinar al hijo menor del Presidente. Son acciones prohijadas por el alto gobierno.

Estos mensajes y medidas afectan a toda la sociedad, pero los jóvenes son, sin duda, los más vulnerados. La experimentación con alucinógenos, la urgencia de evitar un embarazo después de una aventura amorosa y la sensación de libertad que produce la intensa comunicación que se desata en las redes de internet, son realidades asociadas especialmente a la juventud.

Acá la discusión no es sobre la bondad o la maldad de estas prácticas. Muy poca gente se atreve a decir que la adicción a los alucinógenos sea algo bueno, o que la píldora del día después sea la mejor manera de evitar embarazos en mujeres jóvenes, o que poner a circular en la red una amenaza contra un personaje como manifestación de odio o de cansancio con sus acciones sea algo sano.

La sociedad entera sabe que erradicar estas prácticas o limitarlas es un gran desafío. Pero en el seno de la sociedad hay, desde luego, perspectivas distintas para encarar el reto.

Una parte cree que la represión pura y llana es el mejor método y desdeña la pérdida de autonomía y de libertad que la coerción implica. Otra considera que el antídoto es la promoción de valores distintos y un largo ejercicio de persuasión mediante la educación, piensa que en estas batallas no se deben sacrificar principios esenciales de la democracia.

Permitir que en una sociedad hundida hasta el cogote en el tráfico de drogas los jóvenes tengan un resquicio de libertad facilitando el porte y consumo de una dosis mínima; que en un país con miles y miles de embarazos no deseados se pueda acceder a un recurso de emergencia para evitarlos; que en un mundo polarizado se puedan producir agresiones verbales sin que esto signifique una larga condena; es quitarle un poco de presión a la caldera de equivocaciones en que vivimos.

Son precisamente las juventudes quienes se echan al hombro estas pequeñas reivindicaciones en el mundo contemporáneo. Van más allá en muchos países desarrollados, donde, además, promueven la despenalización del aborto, el matrimonio entre parejas del mismo sexo y una acendrada protección de la intimidad.

¿Cómo recibirán los jóvenes colombianos estas medidas y estos mensajes? ¿Le van a perdonar al actual gobierno este talante represivo? ¿Se van a hacer los de la vista gorda ante esta ofensiva moralista y conservadora?

Es difícil hacer un pronóstico acerca de la reacción de la juventud colombiana. En las redes de internet empiezan a circular mensajes de rechazo o de burla ante los despropósitos de la Casa de Nariño. Algunas organizaciones juveniles se han pronunciado en estos días contra tales medidas.

Pero valdría la pena hacer una gran encuesta entre la población joven para establecer hasta dónde tienen aprobación estas actitudes del alto gobierno.

Valdría la pena igualmente que todos los partidos y grupos de opinión se pronunciaran sobre estos temas.

Hace algún tiempo el presidente Uribe convocó a la juventud a "aplazar el gustico" hasta después del matrimonio. La cuestión se prestó para hacer bastantes chistes. Muy poca gente lo tomó en serio.

Pero estas actitudes son más serias de lo que se cree. Entre otras cosas porque encubren una descarada doble moral.

Mientras en algunos sectores de la dirigencia del país se tiene una actitud tolerante o cómplice con las alianzas de políticos con narcotraficantes o se dejan pasar escandalosos actos de corrupción, se aprietan las tuercas frente a estas conductas que afectan en menor grado a la sociedad.

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