La vida de Isabel Cristina Restrepo fue sacrificada en Medellín en forma aleve y absurda, y el hecho llena de dolor a una familia y de estupor a una sociedad. No puede pensarse que se trata de una muerte más, entre las muchas que ocurren en la ciudad, donde la violencia vuelve a cobrar un ritmo inesperado y preocupante, porque sería resignarnos ante sucesos aberrantes que no tendrían que volver a repetirse.
Desde el primer momento se inculpa a un supuesto "cabeza rapada", intolerante y violento, y por la colaboración de los ciudadanos con las autoridades su captura se hace inminente para que este crimen no se quede impune.
Deja mucha inquietud lo sucedido en un sector frecuentado por jóvenes y que, supuestamente, es una zona segura, lo que debe conducir a las autoridades a redoblar sus estrategias de vigilancia y control.
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