Por medio de la presente queremos dirigirnos a ustedes como lectores de El Colombiano para manifestar nuestra inconformidad con el contenido del artículo titulado "Un santo no tan santo", escrito por el periodista Yohir Akerman y publicado por ustedes el 29 de abril de 2014 en la página de opinión del periódico.
Evidentemente, como queda demostrado en el artículo, se trata de una opinión personal del autor, tan respetable como el pensamiento de cualquiera de nosotros, pero como lectores y como cristianos católicos nos hemos sentido atacados por la forma ofensiva y despectiva de referirse a Juan Pablo II, una de las figuras más grandes y queridas de la Iglesia en los últimos años, como ustedes mismos lo expresaron en diversos artículos publicados en torno al tema de su canonización.
Bien sabemos que una de las funciones de la prensa en general es no sólo informar, sino también presentar distintos puntos de vista y opiniones en torno a un tema; al menos esto es lo que significa en su origen la libertad de prensa; pero lo que creemos no debe permitirse en un periódico tan respetable, y de hecho, en ningún medio de comunicación, es faltar a la verdad sin más argumentos que la irreverencia de querer generar polémica y disentir sin mayores razones.
Esto nos parece arbitrario. Debería ser tarea de un comité editorial mantener los mínimos principios de ética en sus escritos, máxime cuando se trata de temas tan delicados y sensibles en el público que los recibe. Así se ha podido ver en los innumerables comentarios que ha recibido esta publicación en su versión en la web, la mayoría de ellos expresando su indignación por el contenido y las expresiones descalificantes del artículo.
Nos parece fundamental reflexionar en torno a este tema, recordando aquellas palabras de don Francisco de Paula Pérez que han guiado siempre el quehacer periodístico de esa querida casa de El Colombiano: "Periodistas, caballeros, debemos llevar a todas horas el guante blanco de la caridad y de la tolerancia", algo que no queda muy claro en el lenguaje burdo y reaccionario del artículo citado.
Pedimos pues, en aras de un sano pluralismo, que se recuerden los principios básicos del respeto, la caridad y la verdad, que son los únicos que pueden llevarnos a un diálogo fructífero en el que tengan cabida las distintas opiniones, y no simplemente las visiones ligeras y apresuradas de personas que desdicen del eje rector que guía a esa casa periodística.
Como lectores esperamos una rectificación o aclaración de por qué se ha permitido esto, que consideramos un grave insulto a quienes valoramos los principios democráticos del diálogo y el sano pluralismo.
Esperamos que no se repitan casos como estos y que, más bien, El Colombiano siga siendo fuente de intercambio de opiniones que nos enriquezcan y nos ayuden desde el mutuo respeto.
Con un saludo cordial y agradeciendo su atención a la presente, Piedad Cecilia Bedoya Villegas, Luz Mery Gómez Arroyave, Bernardo Barón Rondón, Fernando Antonio Rojo y Beatriz Elena Bravo Sánchez.
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