Hay regalos que no tienen precio, se dan sin el signo pesos de por medio y a los que se le pone mucho corazón. Carlos Naranjo, sicólogo y publicista, sugiere "dar tiempo".
Puede ser una mañana, una tarde o una noche. En exclusiva, sin celular y con la mente puesta en el otro. Puede incluir una salida a caminar o montar en bicicleta, -sugiere Carlos-. "Se trata de dedicar parte de uno mismo al otro, no comprarla".
También sugiere un mensaje escrito a mano. "Con el tiempo parece que la caligrafía personal, que es otra forma de dibujar, comenzará a extinguirse con la ayuda de los dispositivos digitales". Es un detalle personalizado.
¿Hace cuánto no dedica una canción? "hoy además es fácil con las bibliotecas musicales en línea. Puede ser a la vieja usanza de colocarla por teléfono o mandando el enlace al video", sugiere.
En lo de los abrazos, coincide con el sicólogo Juan Carlos Posada. Acercan y reconfortan. También cabe "un rato de silencio, una meditación, una frase o un momento de oración juntos".
El tiempo es, quizás, lo más escaso en esta época. Por eso se vale compartirlo todo, hasta la esperanza, que se debe trabajar no solo en pareja sino en familia.
Es tiempo de volver esta época un juego, como sugiere Lori Deschene, colaboradora del sitio Tinybuddha.com, que inventa los "cupones navideños". Le gusta meter papelitos en una caja y hacer que cada miembro de la familia saque el suyo.
Una comida de casa, un masaje de espalda o cuidar a los niños por una noche. Se trata de hacer algo bueno, sin esperar recompensa.
Regalos que van directo al corazón.
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