La escuela ha sido y seguirá siendo una institución estratégica para la familia y la sociedad, pues éstas saben muy bien que la cultura de un pueblo o nación encuentran allí el lugar clave para mantener sus tradiciones y también para buscar sus propias transformaciones.
De ahí que los países que aprecian de veras el acto educativo le apuestan seria y decididamente a la escuela, invirtiendo en ella un considerable porcentaje de su PIB.
Finlandia se ha convertido en referente para el mundo en ese sentido y nuestra ciudad lo ha sido para el país cuando se hizo lema esto de ser "la más educada".
En contraste, se han visto también dolorosos ejemplos, en latitudes no muy distantes, donde los gobiernos de turno se "toman" la educación para ser reproductora de su status quo.
Por eso, desde el Centro de Fe y Culturas vemos con positiva expectativa el sugestivo nombre de "Saber y poder en la escuela, una mirada crítica para la formación del sujeto socio-político", que Conaced, la Confederación Nacional Católica de Educación, le ha dado a su VII congreso que realizará aquí en Medellín, los días 26 y 27 de agosto próximos.
¿Cómo se relacionan el saber y el poder en nuestras instituciones educativas?, ¿el saber es para tener poder?, ¿cuál es el verdadero poder del saber?
En este año de celebraciones del Bicentenario de nuestra independencia recordamos cómo, desde los más relevantes centros educativos de la época, los Colegios del Rosario y San Bartolomé, sus mejores estudiantes fueron también los artífices de la gesta libertadora.
Y qué decir del papel de la Iglesia, en particular algunos religiosos y sacerdotes que se entregaron de lleno a la noble causa de la independencia.
La escuela es, en pequeño, reflejo del país en que vivimos. Sus problemáticas en micro son las que tenemos en macro y, por eso, la realidad del país siempre será interpelante y desafiante para ella.
Los manejos del poder y de la autoridad al interior de nuestras instituciones educativas forman o deforman a nuestros potenciales ciudadanos, en tanto son sujetos sociopolíticos.
De ahí que tengamos que desaprender y también reaprender en la formación de ese sujeto, pues a la escuela se va no sólo a informarse con datos y conocimientos académicos, por más pertinentes que sean, sino también a formarse integralmente como hombres y mujeres que deben servir a la sociedad, buscando dejarla mejor de lo que la encontraron.
Este Congreso, a no dudarlo, será una oportunidad preciosa para celebrar el Bicentenario de la mejor manera: propiciando una reflexión seria sobre el papel de la escuela hoy como agente transformador de cambios sociales, pues educa hombres y mujeres que quieren trabajar por un país más justo y más humano.
* Miembro del Centro de Fe y Culturas
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