Un grupo de organizaciones agropecuarias ha ratificado su decisión de realizar mañana lunes 28 de abril un nuevo paro agrario. Dicha decisión se da en momentos en que avanza la campaña para la elección presidencial y cuando las condiciones del mercado de muchos productos agrícolas han mejorado sustancialmente.
En lo que va corrido del año, los precios del café han aumentado respecto a los registrados el año pasado. Adicionalmente, la tasa de cambio ha registrado niveles más competitivos.
Por su parte, la producción cafetera mantiene su ritmo ascendente, lo que ha permito que, en una coyuntura de déficit en la oferta mundial, las exportaciones también hayan crecido. La conjunción de todos estos factores ha revertido en un aumento importante del ingreso de los caficultores.
Los precios internacionales del cacao también presentan alzas significativas a raíz de una oferta deficitaria. Simultáneamente, las cotizaciones en el mercado nacional de algunos alimentos presentan alzas de cierta magnitud.
De esta forma, la situación de ingresos y rentabilidad de muchas actividades agropecuarias ha cambiado de manera significativa respecto a la que dio origen, meses atrás, al denominado paro agrario.
No hay que olvidar que dicho movimiento afectó adversamente a diversos agentes económicos, entre ellos a muchos agricultores que vieron cómo, al no poder llevar sus cosechas a los mercados, se redujeron sus ingresos. Los comerciantes también incurrieron en grandes pérdidas al verse imposibilitados de acceder a la producción agrícola.
Finalmente, los consumidores no sólo debieron soportar una merma en la oferta alimentaria sino que en muchos casos tuvieron que pagar altos precios.
Buena parte de la sociedad colombiana es consciente de que el Estado les debe prestar mayor atención a las necesidades de los habitantes del campo. Igualmente, considera inaplazable la eliminación de la pobreza y las brechas sociales presentes en los territorios rurales.
En esta dirección, el Congreso y el Gobierno asignaron, dentro del presupuesto nacional del presente año, recursos de una magnitud importante para ser invertidos en programas que beneficien a la población rural.
Según el Gobierno, este ha venido cumpliendo con parte de los compromisos adquiridos con los agricultores en el pasado movimiento. Infortunadamente, y en razón a las normas que lo rigen, el aparato estatal no actúa ni con la agilidad ni con la prontitud con lo que lo hace el sector privado. Esto lo han interpretado algunos sectores del agro como un incumplimiento de lo acordado. De allí que mantengan su intención de ir a un nuevo paro.
Entre las razones que se esgrimen para realizar un nuevo movimiento hay algunas, como la condonación de deudas, que, además de inapropiada, de realizarse, crearía un antecedente que llevaría a una crisis mayúscula del sistema financiero. Igualmente, se pide avanzar en la reestructuración de la Federación Nacional de Cafeteros, cosa que el Gobierno no puede cumplir, pues dicho gremio constituye una organización privada.
Sin duda, la legendaria falta de atención prestada a la actividad agrícola y al sector rural hace difícil que, en un corto plazo, se puedan subsanar las fallas y falencias existentes. Ello requiere de un plazo mayor.
El paro agrario pareciera entonces estar respondiendo más a motivaciones políticas que a razones de peso. Nuevamente aparecen los oportunistas que, sin importar las consecuencias para el resto de la sociedad, o buscan hacerle un daño mayor al proceso electoral o pretenden presionar al Gobierno para que les otorgue más subsidios.
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