Antes de abandonar su modesta casa de madera y zinc por las amenazas que no soportó más, Andrés* le arrancó la puerta a su vieja nevera. Así reaccionó luego de que los miembros del combo que lo desplazó del barrio Calatrava le dijeron que se quedaban con su vivienda y que sus enseres ya estaban vendidos.
En la mañana quedó a la deriva, sin su rancho del sector de Barrio Hundido, en Itagüí, donde soñó con triunfar en la vida. No se llevó ni muebles ni electrodomésticos ni los platos de la cocina. Solo la ropa que pudo cargar y un enorme nudo en la garganta producto de la impotencia y la falta de garantías de seguridad.
Este hombre y sus hijos se sumaron a seis familias que se desplazaron el pasado miércoles y a otras más que lo hicieron en semanas anteriores.
Las intimidaciones contra Andrés y su familia empezaron cuando su hijo rehusó unirse a este combo. "El muchacho lavaba carros aquí cerca y le tocó irse del barrio hace unos meses. La familia se quedó, pero ahora también se fueron. Nosotros también tenemos miedo y nos gustaría irnos", relató un vecino.
Ese mismo camino, sin rumbo alguno, lo emprendieron, el pasado miércoles, otras cuatro familias. Las sacó el miedo, las balas y tres casos de homicidio ejecutados esta semana. De hecho, sus hogares habían dejado de ser suyos, pues los violentos entraban a la hora que les daba la gana si así lo decidían. "Les forzaron las entradas y les desordenaban las casas. Por eso se fueron, por miedo", dicen habitantes del barrio.
Nueva disputa
La violencia en este sector de Calatrava se atribuye a una nueva situación de la disputa entre combos de la zona que hacen parte de la banda de que lleva el mismo nombre del barrio.
Entre la comunidad ronda la versión de que el combo del sector de Barrio Hundido no se unió al resto de grupos de Calatrava y de sectores aledaños, como "el Rosario", "la Unión", "el Tablazo", "Calle 15", María la Nueva", "San Pío" y "el Guayabo".
La misma versión indica que en vez de unirse a los otros combos, varios de los cuales se enfrentaban entre sí hasta hace unos meses atrás como los de "el Guayabo" y "el Tablazo", los de Barrio Hundido se habrían aliado con un reducto de la banda "los Urabeños". Pero la presencia de esta organización criminal no es reconocida de forma oficial por la Policía.
"En Medellín y el Valle de Aburrá no existe esta banda, son los mismos delincuentes de aquí", ha respondido el comandante de la Policía Metropolitana, general Yesid Vásquez Prada.
Investigadores de la Policía sostienen que existe una disputa interna en la banda "Calatrava", que involucra a jefes como alias "Vampi" y "Walter", que se ha evidenciado con los últimos asesinatos esta semana.
El pasado martes mataron en el sector El Hueco a dos jóvenes, de 18 y 16 años. Los rumores callejeros los señalaban como miembros de un combo. Un día antes, en esas mismas calles de miedo, murió abaleado otro menor.
La tensión es grande. Tanto que los agentes de la Fuerza de Control Urbano (Fucur) se mueven mirando a todos lados y con sus armas desenfundadas.
Choques
En la tarde del miércoles luego de la salida silenciosa de las cuatro familias desplazadas, miembros del combo de Barrio Hundido hostigaron con disparos a los agentes de la Fucur y el cruce de disparos no se hizo esperar.
El enfrentamiento se registró a pocos metros de un jardín infantil, que a esa hora albergaba a numerosos niños. "La situación es complicada, los niños ya los tenemos enseñados a que cuando escuchen disparos corran hacia un salón en la parte de atrás de la casa", comentó una profesora.
La Policía no da tregua y sus acciones son contundentes. El pasado martes terminaron los días como delincuentes en el barrio de alias "Caballo" y "Vampi", jefes de la banda de "Calatrava", quienes fueron puestos a disposición de la justicia. Con ellos fue detenido alias "la Chinga".
A ellos se suman las capturas de dos miembros del combo de Barrio Hundido. Uno de ellos era buscado por la muerte de un policía, el pasado 12 de mayo en Itagüí.
El drama crece y las casas abandonadas se están convirtiendo en guarida de los delincuentes. Una frontera invisible trazada en la zona alejó de sus aulas a numerosos alumnos del sector de El Hueco.
Ni la Personería ni la Alcaldía tienen cifras exactas sobre los desterrados. El miedo crece y, por ahora, la gente solo confía en Dios.
*Nombre cambiado por seguridad.
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