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Socorristas que nacen en medio de la tragedia

CIENTOS DE RESCATISTAS espontáneos empujados por la esperanza, la ilusión o por solidaridad acompañan las labores de rescate de familiares, amigos y vecinos.

  • Socorristas que nacen en medio de la tragedia | Julio César Herrera | Antes de que los socorristas asuman las tareas de rescate, decenas de personas comienzan a trabajar como voluntarios para ayudar en la labor. Esta imagen recoge uno de los tristes momentos: el rescate del cadáver de un hombre.
    Socorristas que nacen en medio de la tragedia | Julio César Herrera | Antes de que los socorristas asuman las tareas de rescate, decenas de personas comienzan a trabajar como voluntarios para ayudar en la labor. Esta imagen recoge uno de los tristes momentos: el rescate del cadáver de un hombre.
05 de diciembre de 2010
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Cientos de socorristas movidos por el sufrimiento, la angustia y la esperanza o simplemente impulsados por un sentimiento de solidaridad para hallar con vida a sus familiares, amigos o vecinos escarbaban los miles de metro cúbicos que se presume pueden tener a unas 140 personas atrapadas.

Una danza de palas, barras y canecas formaban cadenetas en los distintos puntos, en los que se creía podían estar las personas atrapadas. Por sus frentes y mejillas rodaban gotas de sudor y lágrimas, pero no diezmaban en su intento.

El esfuerzo tuvo sus frutos casi dos horas después al rescatar a una bebé de dos años, y a un hombre, ambos sin vida. El hombre era Darío de Jesús Mazo. A las 10:30 de la noche fue hallado el cadáver de una mujer.

Seguidamente ya con un centenar de socorristas y rescatistas de todo el área metropolitana, incluidos los perros; más efectivos de la Policía y del Ejército y la Defensa Civil que atendieron el llamado de las autoridades bellanitas, se organizó la búsqueda de las víctimas.

También el alcalde de Bello, Óscar Andrés Pérez, llegó y se puso al frente de las labores, que hasta ese momento se realizaban de manera improvisada, incluso sometidas a riesgos, pues según los primeros análisis realizados por geólogos del Área Metropolitana, persiste la amenaza de que se venga más tierra que está suelta. Tampoco importó que el lugar estaba inundado de gas y el peligro que esto significaba.

Con el sudor en la frente y algo desilusionado y desesperanzado Hernán Ríos, quien inmediatamente se enteró del hecho acudió al lugar para saber la suerte de su suegra, cuñadas y demás familiares de su esposa, reposaba apoyado en la pala que logró conseguir.

"Esto estaba anunciado y avisado a las autoridades, pero nunca atendieron nuestra queja por los escombros que arrojaban sin permiso en la parte alta", afirmaba Hernán, en medio de lágrimas.

Lo primero que se hizo fue evacuar la zona para dejar que los perros rescatistas pudieran marcar los posibles puntos en donde podrían hallarse cuerpos.

Como la luz estaba a punto de irse con la llegada de la noche, una vez los perros señalaron dos sitios, como hormigas entraron vecinos, amigos y familiares para excavar, pero sin ningún fruto.

Ni la llegada de la noche ni el cansancio logró diezmar la esperanza de estos espontáneos rescatistas que esperaban filados, con palas en mano el turno para reemplazar a quienes desfallecían por agotamiento.

Mientras que las autoridades, acompañando la esperanza de encontrar a alguien con vida protegido por alguna estructura, anunciaban que la labor de rescate seguiría manualmente toda la noche hasta las primeras horas de la mañana que llegarían como apoyo dos máquinas retroexcavadoras.

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