El maestro Fernando Botero no descansa. Para él, pintar no es un trabajo. Lo ha hecho durante toda su vida y es lo que le gusta hacer. Entonces las ocho horas diarias, pincel en mano, son sólo un acto de diversión y de amor, más que de disciplina. "Disciplina cuando tengo que escribir una carta", dice. Ahora, a punto de cumplir 80 años, recuerda con una frase la complicidad de su mamá: "Se va a morir de hambre, pero si quiere ser pintor, sea pintor".
Y si bien eso no pasó (sus cuadros se venden, y muy bien) y todo el tiempo ha vivido de la pintura, hubo épocas en que subsistió "muy pobremente". Entonces explica que el arte es una profesión peligrosa porque "da cornadas de hambre".
Se fue hace muchos años, casi toda la vida ha estado afuera, pero no se le olvida su Medellín. Él pinta, de hecho, esa tierra que conoció cuando estaba pequeño. Entonces se acuerda que lo echaron del colegio y no por mal estudiante. Fue por pintar desnudos en las páginas de EL COLOMBIANO, donde recibió su primer sueldo.
La Plaza Botero acaba de cumplir diez años. ¿Qué significa para usted y para la ciudad?
"Para mí significa todo. Ver esas esculturas ahí, ver cómo se volvió Medellín. Haber encontrado en el alcalde una comunicación tan perfecta, de que todas esas gestiones que se llevaron adelante, por el entusiasmo y la imaginación del alcalde Juan Gómez . Él fue el responsable de haber hecho estas acciones tan audaces como haber tumbado el edificio del metro... o tumbar toda esa manzana. Eso le cambió la cara a Medellín. Fue otro después de que abrieron ese pulmón en la mitad de la ciudad y que se comunicó La Playa con la parte más baja. Fue definitivo. Creo que también el Museo de Antioquia fue importantísimo. La ciudad es otra después del museo y la plaza, la gran avenida".
¿Cómo ve la reacción de la gente? Sus visitas son, por lo general, intempestivas...
"Sí. Trato de llegar siempre sin anunciarme para ver la realidad del museo. Por ejemplo estuve en Bogotá visitando el Museo Botero y también llegué así, intempestivamente, y me dio un gran placer ver que estaba lleno de niños de escuelas y de turistas. Me saludaron con mucha cordialidad y los muchachos empezaron a gritar ¡Botero, Botero, Botero! Eso me emocionó muchísimo. Después llegaron la directora de la Biblioteca Luis Ángel Arango y la del museo. Estaban muy complacidas porque se ha ido aumentando, a lo largo de los años, el número de visitantes. Se ha vuelto ya una parte del engranaje turístico de la ciudad y también de los colegios. No hay colegio de Cundinamarca que no lo hayan llevado al museo. Entiendo que van dos o tres colegios diarios".
Igual ocurre aquí...
"El Museo de Antioquia igualmente mantiene la asistencia con muchos estudiantes no solo de Medellín sino de sus alrededores. Tuve el placer de tomar el cable y luego el metro y al llegar a la Plaza Botero oí que decían: próxima parada, Plaza Botero. Debo decir que es un placer cuando uno oye que la gente está identificada o que identifican todo eso con el nombre de uno. Es un honor y un placer muy grande".
Ahora viene con el Viacrucis: la Pasión de Cristo, para el Museo de Antioquia. ¿Será en Semana Santa?
"Sí, estuve hablando con Ana Piedad Jaramillo , la directora. Yo tengo una gran exposición en México, en Bellas Artes, que es el sitio como clave de allá, ese edificio blanco que hay de mármol. Son 185 obras y es la exposición más grande que he hecho en mi vida. Empieza el 27 de marzo y yo voy a estar, naturalmente. La idea es viajar de México a Medellín el 30 de ese mes y colgar la exposición. A mí me encanta, cuando puedo, colgar los cuadros yo mismo. Espero hacerlo el 30 a ver si podemos estar abriendo el 2 o el miércoles 3 de abril. Son 27 óleos y 33 dibujos y ya la directora tiene el catálogo que se hizo en Nueva York, sabe la dirección de las obras y qué tipo de espacio les van a dedicar".
¿Por qué La Pasión?
"La Pasión, hasta el siglo XVI era el tema casi obligado de todos los pintores de la Edad Media. El arte era muy primitivo, pero después de Giocco, en el siglo XIV empieza La Pasión y la vida de Cristo casi como un tema obligado. No había otro diferente.
Para el momento de la Revolución Francesa desaparece del todo. Ya en el siglo XIX es casi imposible encontrar un pintor serio que se ocupe de La Pasión o la vida de Cristo. En el siglo XX no existe tampoco el tema religioso. Picasso, que pintó tantas cosas, pintó un solo cuadrito de una crucifixión, pero en papel. Total, en ese siglo, nadie que yo sepa. O sea que tal vez por eso, porque considero que es un tema que fue clave en los siglos XIII, XIV y XV me dije que era maravilloso y nadie lo trataba".
Recordemos sus inicios con EL COLOMBIANO, esas primeras ilustraciones...
"Estaba yo un día en el Café La Bastilla con mis amigos, a donde íbamos en ese momento, y leí que iba a salir el Suplemento Literario y que el director iba a ser J. Mejía Mejía, que era un famoso columnista de EL COLOMBIANO a quien conocía personalmente porque era muy amigo de Ciro Mendía, el poeta, y yo era muy amigo del hijo de Ciro. Me fui para donde Jota y le dije: mire, yo soy pintor y quiero ser ilustrador del periódico. Me dijo, aquí hay un poema de Ciro Mendía, mira a ver cómo lo ilustras. Hice un dibujo y Jota me dijo, está bien, está bueno, te lo publico. Después me dieron otros poemas y fui ilustrador durante varios meses. Además, me pagaban por hacer eso. Yo estaba pagando mi internado en Marinilla, después de que me echaron de Bolivariana, con lo que me pagaban por las ilustraciones. Como ves, mis primeros ingresos fueron con EL COLOMBIANO".
¡¿Lo echaron del colegio?!
"Yo era un excelente estudiante. Hacía para EL COLOMBIANO desnudos. Obviamente un día me llamó el cura Henao: mire, esos dibujos pornográficos que está haciendo no me gustan, me advirtió. Tiene que cambiar eso. Esa fue la primera advertencia.
Después escribí un artículo sobre Picasso, ahí en el Suplemento, y puse una frase que a lo mejor no me daba cuenta de lo grave que era, seguramente la había leído en alguna parte y me sonó muy bonita. En el artículo yo decía que el cubismo, en su destrucción de la forma, reflejaba la destrucción del individualismo en la sociedad contemporánea.
Eso era un concepto marxista.
Total que al día siguiente el cura Henao reunió al colegio, echó un discurso durante 45 minutos y al final dijo: aquí en el colegio hay manzanas podridas que pueden contaminar las buenas. Las podridas éramos Jaime Piedrahíta Cardona y yo, y nos botaron a los dos delante de toda la comunidad. Pero digamos que la vida tiene sus revanchas. Hay un colegio aquí en Medellín que se llamaba colegio Félix Henao Botero y el alcalde tuvo la buena idea de llamarlo colegio Fernando Botero.
Total que desplacé al cura Henao. Esa fue mi revancha... cincuenta años más tarde".
Cuando se fue, usted llegó a Nueva York. ¿Cómo encaja en el Pop Art?
"Yo no encajo. Ha habido pintores que han ignorado prácticamente todo tipo de cambios o modas o como se quiera llamar. En realidad sí fue duro. Si uno seguía la moda del momento tenía más posibilidades de conseguir una galería en Nueva York. Yo pasé nueve años sin galería, sin poder conseguir una, ni grande ni pequeña. Lo que me salvó fue que un director alemán, Dietrich Malov , director del Museo Alemán, vino a E.U., vio un cuadro mío y le llamó la atención. Me buscó, vino a mi estudio, le encantó lo que estaba haciendo y me propuso una exposición en cinco museos alemanes en 1970. Yo siempre he dicho que le debo a los alemanes mi éxito en cierta forma porque había estado ignorado por los americanos y en el momento que vieron el éxito de las exposiciones, los más grandes marchantes del mundo me llamaron para trabajar"
.¿O sea que usted se disparó en Alemania?
"Exacto. Mi vida fue antes de Alemania y después de Alemania. Yo tenía que vender mis cuadros y en Nueva York no tenía galerías. Los coleccionistas que me conocían me llamaban y me decían que si podían venir a mi estudio, y así era, venían y compraban y yo mismo les vendía. En cambio después de ese éxito nunca más vendí un cuadro a una persona. Yo no vendo a los particulares. Les vendo a los marchantes y ellos verán qué quieren hacer con los cuadros".
¿Cuántos idiomas habla?
"Hablar, hablar... Hablo tan mal que no puedo decir que hablo. Todos los pronuncio con acento paisa. Hablo inglés, francés e italiano. Con Sophia hablo en francés, con los fundidores en italiano y en inglés con los coleccionistas y los marchantes".
Dicen que Botero era uno cuando empezó y otro ahora
"No, yo no creo porque siempre he tenido mis convicciones, digamos las mismas. Básicamente lo que hay es evolución, pero está la creencia de que el volumen es un elemento muy importante en la pintura y esa convicción la he tenido siempre a través del tiempo. Siempre he hecho un énfasis en el volumen, sea en una forma o en la otra. Los cuadros cambian mucho de una época a otra".
Usted es ya un pintor universal...
"Qué puedo decir... es una gran satisfacción. He hecho exposiciones en casi todas las partes del mundo. He expuesto siete veces en Japón, Singapur, Madrid, en Israel, Buenos Aires, Estocolmo, Dinamarca, Chile... el mundo entero. Debo decir que siempre ha habido una reacción positiva. Por ejemplo en Estocolmo, cien mil personas estuvieron en mi exposición y la ciudad tiene un millón de habitantes, es decir el 10 por ciento. En México tuve 218.000 visitantes cuando expuse en el año 2000 en el salón San Ildefonso, creo que era un récord después de una exposición Maya.
Lo que pasa es que el arte, pienso yo, tiene que ser parroquial para ser universal, es decir, empezar por lo local. Mire por ejemplo a los impresionistas, pintaban un barrio como Montparnasse o Montmartre, una cosa parroquial y, sin embargo, eran universales. La pintura tiene unos elementos que si están bien resueltos y bien presentados le hablan al hombre de una forma directa. No tiene uno que pintar japoneses para que ellos amen lo que uno hace".
De las tres modalidades que domina, pintura, escultura y dibujo, ¿cuál prefiere?
"Lo más complicado es la pintura al óleo. Muy poca gente puede decir que sabe pintar así. Es una técnica muy compleja, bueno, todo es complicado, pero para mí es más difícil, incluso que la escultura, que tiene una sola preocupación: la forma. En cambio en la pintura es el tema, el color, el espacio, el volumen, muchas cosas en las que hay que pensar al mismo tiempo".De los pintores colombianos actuales ¿en quién ve un gran futuro?
"En realidad no soy muy conocedor. No me gusta decir, hacer listas, porque siempre digo lo que no es. Total que no me quiero ganar más enemigos".
Usted permanentemente recibe invitaciones. ¿Cómo define cuáles aceptar?
"Cuando me invitan a un museo pregunto qué pintores han exhibido. Si tiene una trayectoria de pintores que yo considero serios, acepto. A veces lo invitan a uno a sitios donde te dicen: bueno es que acabamos de inventar este museo y me gustaría que usted viniera. Les digo no, llámeme cuando hayan invitado a otros. No quiero que aprendan conmigo. Siempre trato de que haya una tradición de eventos, que sean serios e importantes".
¿Y cuando coinciden varios museos que cumplen con esas condiciones?
"Es que uno se programa dos o tres años antes. Ahora por ejemplo es el Museo de México. En marzo tengo una exposición de yesos en Italia. Después en México el 26, 27 de marzo. Luego Medellín en abril. En Pietrasanta quieren hacerme un homenaje por mis 80 años, entonces van a hacer una exposición de escultura monumental en la plaza y una exposición de dibujos en la Santa Agustino que es como un museo. Después voy al Museo de Bilbao en septiembre y en noviembre al de Sao Paulo. Después voy a Moscú. De manera que yo sé, dos años antes, dónde voy a exponer".
¿Y el cumpleaños dónde lo va a pasar?
"En Venecia. El 19 de abril voy a estar allá. Siempre con exposiciones unas detrás de las otras. Uno después de los 80 no debe aceptar tanta cosa porque qué voy a saber si voy a estar vivo el año entrante. No tiene sentido hacer planes a largo plazo, porque voy a quedar mal quién sabe con cuánta gente".
¿Vive tranquilo o su vida es una lucha contra el tiempo?
"Vivo tranquilo porque disfruto lo que hago. Tengo una relación muy tranquila con Sophia. Me siento afortunado de haber conocido en vida el éxito que he tenido. Total que no le puedo pedir más a la vida, lo único que espero es vivir bastantes años para poder seguir pintando, porque lo más triste de morirse es no poder pintar. Parece que no lo dejan pintar a uno allá arriba".
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