El fútbol, hoy más que en cualquier otro pasaje de su historia, es esencialmente colectivo. Pero, igual, el ataque también es un eje central en las tácticas y estrategias contemporáneas del deporte más popular del planeta.
Esas dos máximas dan punto de partida a la reflexión que merece el hecho de que el país esté conmocionado ante la casi definitiva ausencia, del Mundial Brasil 2014, de su goleador y máxima figura planetaria Radamel Falcao García.
La decisión de una cirugía de ligamento cruzado anterior, en su rodilla izquierda, este sábado, en Portugal, le implica al jugador un período pasivo para desinflamar, cicatrizar y normalizar su masa muscular; terapias de rehabilitación de movilidad y flexión, y tonificación y potencia musculares, que requieren, en el mejor tiempo, seis meses. A eso se suma recuperar un nivel de competencia a tope, el que obviamente exige el torneo de los 32 mejores equipos del mundo.
Ayer, en una breve carta de pesar y agradecimiento a sus fanáticos en todo el mundo, Falcao puso su lesión y su regreso en la esperanza y la fe inderrotables que lo unen a Dios. Pero, lo escribió en sus palabras, esa ilusión es del “tamaño de un grano de mostaza”. Él es consciente: ya pasó enero, y el Mundial comienza el 12 de junio.
Por eso nuestra tesis recoge el sentimiento de frustración que embarga a la mitad más uno de los colombianos por perder al goleador estrella de la Selección (clave para el ataque moderno; “Tigre” cazador y matador del área), pero también recoge, al tiempo, el mensaje de que Colombia clasificó, precisamente, por sus bondades colectivas, por su equilibrio en todas las líneas (arco, defensa, mediocampo y delantera) y porque tiene una nómina amplia que le permite variantes.
Si bien el aporte de Falcao es muy valioso, igual lo es el del resto de los integrantes de un equipo que ahora no puede bajar su moral y motivación para competir, en especial con las virtudes que lo llevaron a ser cabeza de serie en Brasil y la cuarta selección en el más reciente ranquin de la FIFA.
El de la Selección Colombia es un episodio que puede y debe trasladarse como ejemplo a todos los campos del país: cada vez más las sociedades y las organizaciones modernas dependen menos de aquellos caudillismos y liderazgos en los cuales una figura concentra la conducción, el poder y la energía creativa y productiva. Hoy los grandes líderes son los que enseñan a sus equipos a sobrevivir, reinventarse y avanzar en su ausencia, transitoria o definitiva.
El mismo Radamel Falcao, tan consciente de su valía y condiciones, pero también muy agudo para asimilar las características grupales del fútbol, lo ha repetido en varias entrevistas concedidas en los últimos años a diferentes medios de América y Europa: “Soy uno más que viene a aportar el máximo de su potencial”... Por eso su ausencia duele, pero no puede desbaratar los resultados colectivos de la Selección, bajo el mando de José Néstor Pékerman.
En las últimas horas varios técnicos han observado que hay tiempo suficiente para que Colombia, desde ya, active un Plan B y rediseñe su línea delantera apelando a otros goleadores que en la actualidad son protagonistas en ligas como las de Portugal, Alemania, Italia y España, e incluso en Colombia.
Por sus calidades humanas y deportivas, Falcao está en el corazón y el desencanto de todos, pero, igual, la nueva Selección Colombia, con esa camada de talentos, no va a dejar de ilusionarnos y de pelear un lugar destacado en Brasil 2014.
Será difícil que se vea a jackson como jackson, y no como a Falcao
Por Nelson Gallego
Técnico de fútbol, analista y comentarista
Lógicamente Radamel Falcao es un jugador muy importante en la Selección, el goleador indudable y el líder del equipo. Reemplazarlo, tal como es, en su dimensión, será difícil.
Ojalá que él tenga paciencia, que su disciplina y su fe le ayuden a recuperarse lo más rápido posible.
Pero Colombia, el técnico José Pékerman, ya tienen que pensar en cambios. Uno considera que el reemplazo inmediato es Jackson Martínez. Por lo que hace en la Selección y especialmente en el Porto, de Portugal.
El problema será que Jackson no va a ser mirado como Jackson sino como Falcao. Ojalá haga goles y que el equipo, en su conjunto, sea capaz de asimilar esa ausencia y su reemplazo, sea quien sea.
El asunto es que los colombianos no creemos en procesos, somos muy desesperados, nos distraen, por ejemplo, hasta las diferencias regionales. Entonces, ahora dirán que a un costeño lo reemplaza un chocoano...
Dios quiera que Jackson acierte y empiece a disipar las dudas y el fantasma de Falcao, para que no empecemos: “ahh, si estuviera Falcao; ahh, no nos fue bien porque no está el ‘Tigre’”. Será complicado.
Falcao ha sido importante, pero Jackson va bien arriba, abajo y hace goles. Ojalá tengamos paciencia y se dé un reemplazo brillante.