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Tanta mermelada rancia

Para los políticos, la corrupción es siempre la de los otros, la de los que no son amigos. A pesar de su recurrencia, Colombia no debe acoplarse a un sistema político donde impera el soborno oficial.

  • Ilustración Natalia Vargas
    Ilustración Natalia Vargas
26 de enero de 2014
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Nunca imaginó el entonces ministro de Hacienda Juan Carlos Echeverri, al publicitar el nuevo sistema de regalías acudiendo a la figura golosa de la mermelada que iba a rendir para todas las regiones del país, que le estaba dando partida de nacimiento al nuevo término que iba a designar la forma en que, desde hace décadas, funciona el sistema en el cual se basa la gobernabilidad en Colombia.

La figura para representarla es novedosa, pero la patética y triste realidad que describe es tan antigua como la indiferencia de los colombianos para manifestarse frente a ella.

Nuestro sistema político está definido constitucionalmente como democrático, participativo y pluralista. Y la función pública tiene como principios inspiradores (en el papel) la moralidad y la transparencia.

La realidad es otra cosa. La ciencia política definiría el sistema político colombiano como clientelar, cuyo principio inspirador es el clientelismo, fundado en las redes de apoyo derivadas del otorgamiento de beneficios particulares, favores burocráticos, nombramientos a dedo, asignación de contratos y repartición del presupuesto público entre quienes apoyen (al margen de cualquier programa o ideología) los planes de quien haya ganado las elecciones. En cualquier nivel: nacional, departamental, municipal, comarcal. El que sea.

Llevamos años así. Todos los gobiernos se han acoplado, cómodos y sin mayores reparos éticos, a esta modalidad de ejercicio politiquero.

Tan vulgar llegó a ser la repartija del presupuesto público, que los constituyentes de 1991, en momentos de optimismo e ingenuidad, llegaron a introducir una prohibición expresa de asignación de los llamados auxilios, modalidad de compra directa y expedita de votos parlamentarios en el Congreso para aprobar leyes y proyectos gubernamentales.

Los constituyentes no contaban con la astucia de los políticos, más avezados e imaginativos. Si constitucionalmente se prohibían los auxilios, simplemente era cosa de cambiarles el nombre. Y pasaron a llamarse "cupos indicativos". Avalados por la Corte Constitucional, y aprobados de forma inusualmente eficiente por todos quienes han sido ministros de Hacienda desde ese momento hasta hoy.

El pasado mes de diciembre, hubo una denuncia del candidato uribista al Senado, Ernesto Macías, sobre lo que sería una supuesta asignación de cupos para, según el uribismo, aceitar la maquinaria reeleccionista. O, en la nueva terminología acogida en el lenguaje político, para untar de mermelada a los amigos.

Que la queja proviniera de ese sector político, que no ha estado ni mucho menos exento de incurrir en tales prácticas (algunas comprobadas judicialmente en máxima instancia procesal), hizo que algunos desestimaran de plano la denuncia. Pero, independientemente de la autoridad moral que se tenga para culpar a otros por lo que tanto se ha practicado, el contenido de la denuncia tiene que ser investigado penal y disciplinariamente.

Los colombianos tenemos que saber si ha habido una asignación multimillonaria para los parlamentarios. Y de ser así, dónde están esos dineros. Es hora de dar la cara. No se resuelve el problema diciendo que son denuncias políticas. O que los cupos fueron aprobados por la ley. Lo que hay que saber es si en un gobierno que se jacta de transparencia seguimos en las mismas modalidades corruptas de práctica política
Contraposición

MEDIDAS DESESPERADAS

Por
Roy Barreras
Senador de la República

Si el expresidente Álvaro Uribe hace esas denuncias, él debe tener mejor que nadie conocimiento de causa. ¿Dónde tenía él fábricas de mermelada que pudo gobernar ocho años? Yo que lo acompañé con convicción, y él lo sabe, le pregunto si la defensa que hicimos de su política de seguridad democrática le costo algo; él sabe que lo hicimos con absoluta convicción, como ahora apoyamos la paz del presidente Santos.

Me parece triste el robo de información manipulada para generar una noticia, lo que para mí es la evidencia del desespero, porque por primera vez el presidente Uribe sabe que está condenado a ser minoría. Ya hizo algo parecido en ese encuentro triste con Andrés Pastrana, que siendo ellos el agua y el aceite, los une su lucha porque se acabe el proceso de paz. Pero eso no tiene consecuencias.  La información que hay en la denuncia es imprecisa. Por ejemplo, en mi caso se dice que yo recibí dinero por 26 mil millones de pesos, se equivocan, mucho más he gestionado, y para muchas regiones en Colombia. Solamente para una vía, que está en la zona industrial de Yumbo, Valle, nosotros estuvimos gestionando cerca de 34 mil millones de pesos. De manera que es mucho más lo que gestionamos. Esto lo que dice es que hay senadores eficientes y otros que no, que son los que no aparecen en la lista.

Hay una cosa paradójica, el propio senador Juan Carlos Vélez aparece en la lista, lo que quiere decir que hizo gestión para Antioquia antes de ponerse a hacer oposición en contra de la paz.

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