Fue el año de los tres Papas. El 16 de octubre de 1978 era elegido Juan Pablo II, tras el fugaz pontificado de 34 días de Juan Pablo I, sucesor de Pablo VI. Quince días después, el domingo 30 de octubre de ese año, nació Tejas Arriba en la página quinta de EL COLOMBIANO. No en vano, el estilo amable y sencillo en su vida y en su famoso libro "Ilustrissimi signori" del Cardenal Luciani, el Papa de la sonrisa, inspiró e iluminó en su origen el estilo y el tono de la nueva columna.
El día anterior, el Director del periódico, Fernando Gómez Martínez, anunciaba así su aparición: "EL COLOMBIANO ha publicado muy frecuentemente artículos de carácter religioso... Pero no hemos sistematizado la publicación de los evangelios dominicales ni un comentario sobre ellos. Del domingo -mañana- en adelante empezaremos a incluir en nuestras páginas un breve artículo sobre un texto evangélico tomado del evangelio dominical. Para esto contamos con un grupo de colaboradores especializados. Así llenaremos la deficiencia de que los lectores se habrán dado cuenta. Llevará el título de Tejas Arriba".
Era un grupo de tres. La educadora y periodista, actual directora del diario, Ana Mercedes Gómez Martínez, para ese entonces no embarcada todavía a plenitud en la aventura del periodismo; la educadora y conferencista Beatriz Restrepo de Echavarría (fallecida), y el sacerdote Gustavo Vélez Vásquez, misionero de Yarumal.
La idea había nacido en el contexto de un retiro de la fiesta mariana de Mater Admirabilis, que celebraban tradicionalmente las ex alumnas del Colegio del Sagrado Corazón.
La sugerencia de publicar en EL COLOMBIANO un comentario al evangelio de los domingos fue acogida por Ana Mercedes y el padre Gustavo se ofreció a escribir la nota semanal, que ella y Beatriz "revisaban" en borrador, para evitar términos técnicos que hicieran difícil la lectura al común de los lectores. Y así fue durante los primeros lustros.
La columna fue bautizada Tejas Arriba, título de un artículo que en la revista Misioneros de Yarumal escribía Monseñor Gerardo Valencia, obispo de Buenaventura, fallecido años antes en un accidente aéreo.
Cuenta el padre Gustavo, recordando esos orígenes, que el doctor Fernando Gómez Martínez, ya a punto de nacer la propuesta, le preguntó si debería aparecer su nombre como reverendo padre o señor presbítero, y él le contestó que el autor podría tener un nombre cualquiera, como Calixto, por ejemplo. No pasaron unos minutos y ya el recordado Vélezefe había dibujado la rúbrica "Calixto", que hasta los años 90 acompañó el comentario...
Tejas Arriba no es propiamente una homilía o un sermón de alta oratoria ni una cátedra de teología o de exégesis bíblica, sino un comentario entre la homilía y la catequesis. Un comentario como los que se nos ocurren a cada paso sobre las incidencias de la vida. Un comentario de calle, de tienda, de peluquería. Si se quiere, hablando de hambre espiritual, un "pasante", un "abrebocas".
Eso fue lo que hizo Jesús: comentar a los apóstoles y a sus oyentes las cosas que veían, que ocurrían a su alrededor. Y a partir de ahí, anunciar su mensaje de amor y de esperanza.
Tejas Arriba aboga por la sencillez y busca que el Evangelio ocupe en la vida de muchos un espacio del que no son conscientes. Está escrito -comenta el padre Calixto- tanto para los feligreses de la "parroquia de Zaqueo", es decir, los que no van a misa, como para quienes quieren ahondar, en meditación solitaria o en un diálogo familiar, el mensaje evangélico de cada domingo.
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