Incertidumbre, esperanza y ambición. Eso es hoy Naranjal, un tradicional y deprimido barrio de Medellín, de 21 hectáreas, que está en conteo regresivo para iniciar una transformación total con inversiones superiores a los 300.000 millones de pesos.
La Alcaldía está lista para el despegue. También los constructores y los mismos residentes del sector que, aunque no parezca, pertenece al exclusivo Laureles. A todos, sin embargo, les está faltando un dato clave: ¿Cuánto vale la tierra que es ocupada por 1.644 personas, 98 viviendas y 297 negocios?
Para todos, lo suyo es un tesoro. La familia más poderosa es la de los Garcés. Algunos dicen que tienen entre el 40 y el 60 por ciento de Naranjal. El hombre que los representa, Armando Ochoa Restrepo, afirma que ellos poseen el 15 por ciento, aunque en algunos sectores o Unidades de Actuación urbanística, sí pueden llegar a ser dueños del 50 ó 70 por ciento de los lotes.
Los Garcés creen que la mejor tierra de Naranjal, situada sobre la 65, vale 2 millones de pesos por metro cuadrado, mientras que el nivel más bajo es de 700.000 pesos.
Ochoa Restrepo comenta que algunos propietarios han hablado de metro cuadrado a 400.000 pesos. Para él, que es avaluador, la suma pinta absurdamente baja, considerando la cercanía de Naranjal con el centro administrativo La Alpujarra.
Nancy Maya, directora Ejecutiva de Cornaranjal, trabaja y vive en esta misma zona. En su caso, considera que las propiedades que posee no bajan de 1 millón y medio de pesos por metro cuadrado.
Otras familias aún no le ponen números a sus aspiraciones. Pero sus deseos sí que son diáfanos.
"Mi mamá sabe que tiene casa, pero no cuánto vale. Esto es pleno centro y debe valer mucho", dice Bertha Luz Atehortúa, que vive con su madre, Julia, en una casa de doce metros de largo por ocho de frente, con dos habitaciones, sala, cocina, patio y un baño.
Para Olga Narváez, "es muy mal hecho que los de plata nos quieran sacar de aquí. No hay derecho". Su mamá, añade, vive en el sector y no podría acomodarse en los pequeños apartamentos que levantarían en Naranjal para los más pobres. "Lo mejor es que nos presten para mejorar las casas. No podemos pasar a un estrato alto, porque nos comerían los impuestos y los costosos servicios".
"Mi propiedad vale mucho, porque de ella vivo", expresa Lilian Amparo Porras, quien alquila 16 habitaciones a 9.000 ó 12.000 pesos diarios, a personas que laboran como recicladores, venteros ambulantes y cuidado de carros, entre otros oficios.
Las 21 empresas de construcción, arquitectura y diseño interesadas en el cambio extremo de Naranjal tampoco saben hoy el precio de la tierra. Lo que sí está claro es que debe ser razonable para darle viabilidad a las inversiones que requiere la zona, advierten Eduardo Loaiza, gerente de Camacol Antioquia, y Luis Guillermo Suárez, presidente de la Junta Directiva.
Más directo: si se especula con el precio y se pide un valor muy alto, sencillamente no se haría esta transformación y los inversionistas podrían dirigir la mirada hacia otros 15 planes parciales que ya están aprobados, a los que se suman otros 10 que se están estructurando.
Razones. Las 1.400 viviendas de estrato 3 y 4 que allí se levantarían tendrían un precio de venta de 1 millón 800.000 pesos por metro cuadrado. No aguanta más de 2 millones de pesos, porque la gente se iría mejor para zonas como El Poblado.
El proyecto tiene unas cargas sociales del orden de 10.000 millones de pesos. También cuenta el costo de las demoliciones. Las nuevas redes de servicios públicos, que se comen por lo menos 5.000 millones de pesos.
El gremio insiste en lo perjudicial que resultaría una ola de especulación con el precio de la tierra. Por eso, la Lonja de Propiedad Raíz de Medellín y Antioquia y la oficina de Catastro diseñan la metodología de valoración de estos predios que serán sometidos a renovación urbana. De ahí también debe salir, a finales de marzo, el valor del metro cuadrado que se utilizará para negociar o... para expropiar.
Ese momento será histórico, porque el precio determinará la suerte de Naranjal.
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