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La profe Norys sacó del silencio a sus alumnos en el Bajo Cauca

04 de julio de 2009
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En aula de sordos, la profe que se haga entender es reina. Y es lo que ha logrado Norys Margoth Morales Sotomayor, la única maestra para sordomudos que tiene toda la región del Bajo Cauca.

Una mujer digna de admirar, sin duda, no tanto por su profesión, pues educadores para este sector de la población hay muchos, sino por la pasión, la mística y la entrega que ella ha logrado imponerle a su labor.

Es, sin duda, el ángel de la guarda de los sordos de Caucasia y de toda la región del Bajo Cauca. Hace 32 años es profesora y hace 21 decidió meterles todas sus energías a la promoción y defensa de este grupo poblacional, cuyas características las tiene bien claras Norys.

"Ellos son personas muy capaces, muy inteligentes, pero como minoría no han gozado de muchos derechos. Ahora hay más leyes y se pueden tener más cosas para ellos, pero laboralmente siguen siendo muy discriminados", opina.

Norys logró hace tres años algo que era impensable en su región: que en un colegio de Caucasia -el Marco Fidel Suárez, donde estudió el actual alcalde de la localidad, Jorge Iván Valencia- se implementara la primer aula multigradual, en la que ella trabaja, valga decirlo, a sus anchas, pues ha conseguido que los niños y jóvenes sordos del Bajo Cauca adelanten sus estudios de primaria y bachillerato al lado de la comunidad oyente, como ella llama a los que pueden oír y hablar, que son la mayoría.

Ella dicta la clase hablada, y un intérprete traduce su discurso.

"Antes de esta aula, los niños de la región no tenían muchas posibilidades. Ahora pueden estudiar y compartir con la comunidad oyente sin problemas, ha sido un trabajo de adaptación mutua".

Más que clase
Al lograr que este colegio tomara la delantera en implementar un módulo en el cual los sordomudos de la región pudieran acceder al sistema educativo, se dio un gran paso. Pero Norys siente que todavía hay que hacer mucho por este grupo.

Por ejemplo, ella siente que para ellos no hay muchas oportunidades laborales, que la primera barrera que encuentran cuando aspiran a un puesto es su discapacidad.

"Por este tema hay que seguir trabajando. Yo tuve una microempresa con ellos, una fábrica de traperas, escobas y cepillos, pero me enfermé, me tuve que ir un año a Medellín y cuando regresé ya se había terminado, pero voy a presentar otro proyecto para que nos permitan montar una panadería con ellos".

Produce emoción ver cómo los alumnos la rodean, la abrazan y la respetan. La sienten como una madre, esa que muchas veces les falta en las propias casas, pues tal vez Norys los entiende mejor que en sus hogares.

También emociona ver cómo Norys se duele de las angustias que ellos padecen.

"Hace poco violaron a dos niñas y eso me partió el corazón. No se hizo mucho en las denuncias y por eso reclamo que los protejan más, porque por su condición y su falta de acceso al trabajo son vulnerables, pueden ser utilizados para cosas malas", advierte la maestra, que ha sido condecorada en varias oportunidades por su labor.

Ella reseña que la Gobernación, en tiempos de Ernesto Samper, le otorgó la medalla Camilo Torres. Que el pasado 29 de mayo "me condecoraron en la categoría Plurales en el Teatro Metropolitano de Medellín" y que el magisterio y el Club de Leones de Caucasia también le han retribuido con galardones su labor.

Escondida en esta lejana localidad, a unas 4 ó 5 horas de Medellín, esta insigne educadora lucha con pasión por una población desprotegida, la minoría de los sordos, que de su mano, de sus alas de ángel en pleno vuelo solidario, están saliendo del analfabetismo y el olvido y están aprendiendo matemáticas, español, biología y geografía, como cualquier niño o adolescente oyente.

"Le agradezco a Dios por permitirme hacer este trabajo y le pido que me ayude a estar con ellos mucho tiempo. A mis dos hijas les pido paciencia, sé que les robo tiempo a ellas, pero muchas veces les digo que ellas tienen de sobra amigos y quién las quiera, lo que no pasa con estos niños, que son muy frágiles y están muy solos".

Si hay que dar un aplauso ese va para Norys Margoth. Una mujer de alma bella, a la que conocí desprevenidamente, pero cuya labor me tocó el corazón. Que la vida le permita andar mucho tiempo más ese camino solidario que hoy recorre con pasión.

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