Como una respuesta civil a la guerra, la versión número 24 del Festival Internacional de Poesía de Medellín buscará generar diálogos sobre la paz en Colombia.
En sus inicios, cerca de 800 personas eran las que asistían a la lectura de poemas en el Cerro Nutibara, en un evento que buscaba la verdad por medio del arte. Ahora, 23 años después de ese comienzo, más de 120 mil ciudadanos se reunirán para pensar sobre los diálogos de paz en el país.
"Es muy dificil ignorar la realidad del conflicto que vivimos. Sabemos que no vamos a detener una guerra con versos, pero una sociedad que quiere cambiar y no tiene incorporada en su cotidianidad la poesía solo se transformará superficialmente", asegura Gabriel Jaime Franco, miembro del equipo organizador del Festival.
La paz se convertirá en la protagonista de estos nueve días, en los cuales se insistirá en este tema como un derecho y una posibilidad de alcanzar la justicia.
Los organizadores del Festival Internacional de Poesía quieren que esta forma de arte amplíe la conciencia de las personas, para que puedan acceder a ella como un patrimonio de todos y no de unos privilegiados.
La poesía como un acto de paz
Gabriel Franco también afirma que los artistas deben recordarle a los que se lucran de la guerra que no van a lograrlo. "Esa es la tarea del Festival. Lo que ven y lo que sienten los artistas puede llegar a enriquecer los diálogos", dice.
Así mismo, quienes hacen parte de este evento de ciudad, son enfáticos en asegurar que para continuar con los procesos de negociación que se desarrollan en La Habana, hace falta una sociedad que mejore su capacidad de escucha.
Con esta edición número 24 del Festival, todas las personas de Medellín podrán acceder a la poesía gratuitamente como una forma de diálogo entre la ciudadanía.
El Festival de Poesía cree que el arte se podría convertir en una ayuda para las víctimas, asegura Franco.
Proyecto Gulliver
"En el Proyecto Gulliver trabajamos con niños de 10 escuelas de la ciudad y algunos albergues, cuyos padres tienen problemáticas como el alcohol o las drogas", explica Gabriel.
Es así como el Festival se convierte en una opción de proponer un mundo diferente, con una forma de arte que cobra vida en niños, jóvenes y adultos.
"En la clausura puede haber unas cuatro mil personas escuchando a un poeta, y esto no es un acto de enajenación como se puede dar en algunos eventos, sino que se convierte en un diálogo, cuando estas personas estan en absoluto silencio, escuchando lo mismo, convirtiéndose en un poema concreto y visual", concluye Gabriel.
Pico y Placa Medellín
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