- La suya es una compañía ilimitada de creación y difusión poética.
- Este es Fernando Rendón, director del Festival de Poesía, de cerca.
John Saldarriaga
En la tempestad, el ejemplo es la palmera. Flexible, se curva al vaivén del viento; cuando pasa vuelve a su centro.
Esta es una de las enseñanzas que Eduardo Rendón dio a sus hijos, entre ellos Fernando, cuando éste era un mocoso imberbe que se criaba en el barrio Buenos Aires.
Así, este escritor, nacido el 18 de junio de 1951, recibía las instrucciones de su padre, un periodista que sacaba, en los años 40, una revista de economía y política y el pionero en revistas para niños: editaba una llamada Michín, con relatos y dibujos.
Recuerda de su papá que solía contarles historias todas las noches después de comer. Él destapaba una botella de anisado y se deshacía en cuentos que podían tomarle dos o tres horas. Una vez les contó una historia que tomó años, en relatos dominicales a los cuales a veces acudían, además de sus cuatro hijos, algunos chicos de la cuadra. En ellos, el viejo periodista enhebraba sus anécdotas de viajes, lecturas con hilos de su imaginación.
¿De qué trataba aquella novela oral? "No recuerdo el tema puntual; sólo que era la forma de enseñar de mi padre, usando un personaje paradigmático por el cual pudiéramos recibir consejo y conocimiento, pues él tenía vocación humanista".
La biblioteca familiar fue su primer árbol de sabiduría y desde los once años desgranó frutos como la Ilíada y la Odisea. "Nos hacían acostar temprano. De modo que leía bajo la cobija con la luz de una linterna".
Su madre, Ilse Merino, trabajaba al lado de su padre, en las revistas.
En su casa llegó a ver al poeta León de Greiff, Jorge Zalamea y Ciro Mendía, de los que su padre era cercano.
En el colegio San José, contó con la complicidad del rector, el hermano Daniel. Le permitía no asistir a clases sino mantenerse en la biblioteca. Es que no era un religioso convencional; era un hombre de ciencia.
"A veces me saltaba la tapia para ir a leer en las faldas del cerro Pan de Azúcar".
A pesar del ambiente más o menos favorable para su formación creativa, Rendón sintió -especialmente después de leer a Rimbaud- que como las más de las familias, la suya también constreñía su espíritu sediento de libertad. Decidió romper la estrechez de la vida familiar. Echó a andar. No sólo por algunos países de América Latina y las diversas regiones de Colombia -viajes que, por cierto, fueron fraguando en él un pensamiento bolivariano, anticolonialista, de integración latinoamericana- sino por la aventura de la poesía. Comenzó a entender que ésta no es un género literario, sino un pensamiento -ligado a sentimientos- y una acción frente a la vida misma.
Desde los 16 y por varios años fue redactor político de El Correo, El Diario y Voz.
En 1972, con su amigo Juan Manuel Roca, fundó Clave de Sol, una revista de poesía que no vería la luz del Sol real más de una vez, pero que fue significativa para Rendón, pues fue la base de la gestión cultural que haría en lo sucesivo.
Mientras tanto, se iba formando en él un ser muy espiritual, pero poco religioso. Las religiones grandes pregonan y defienden valores como el amor y el perdón, pero se imponen por la fuerza y el odio y hasta acuden, como en el caso de la Inquisición, al fuego para hacer entrar en razón a los equivocados o purificar los espíritus imperfectos.
Y gracias a la poesía, la espiritualidad le fue llevando por un camino de ideas -que se aprecia en su poesía-, de gran fraternidad con otros seres humanos y demás seres de la Naturaleza.
"Los seres humanos somos de la misma especie, compartimos las mismas raíces. Y, tal vez por el individualismo, nos hemos separado de otros seres, sabiendo que tenemos mucho de los animales y los vegetales. Somos la tierra entera. Somos agua y somos viento. Un poeta indígena norteamericano me decía que pertenecemos a la Tierra, pero que la Tierra no nos pertenece".
Como él vive pensando en el Festival de Poesía, el mismo que le valió el Nobel Alternativo, por este camino llega a afirmar que dicho certamen, contrario a las religiones que son excluyentes, consigue generar un respeto por diferentes culturas e ideas, permite el debate ideológico, pero en un abrazo de fraternidad.
El Festival tiene sus enemigos. Claro, no todo el mundo tiene que pensar igual. Algunos que creen que la poesía no debe ser un espectáculo de masas. Él cree que ella se transmite por vía oral desde tiempos antiguos. Dedica a la juventud el Premio, pero también a los enemigos que le ayudan a perfeccionarse, al fin y al cabo, como le enseñó su padre, el agua se purifica en la caída.
Cosas hechas y otras por hacer
Fernando Rendón fundó, con Gabriel Jaime Franco y otros poetas, el Festival Internacional de Poesía, en 1991, el cual fue galardonado con el Premio al Correcto Modo de Vida, llamado también Nobel Alternativo, que entrega en Estocolmo la fundación Right Livelihood Award.
Obras: Contrahistoria, Bajo otros soles, Canción en los campos de Marte, Los motivos del salmón. Sus poemas han sido antologados en ediciones internacionales.
Fundó, con otros poetas, la revista de poesía Prometeo, en 1982.
Uno de los planes de su equipo de trabajo es enriquecer la página web de Prometeo con un programa radial de poesía.