La Secretaria de Estado de los Estados Unidos, Hillary Clinton, aterrizará mañana en suelo latinoamericano para hacer su segunda gira por la región. Más allá de las consabidas e importantísimas agendas bilaterales que tendrá en Perú, Ecuador y Colombia, hay varios hechos de la visita que envían un mensaje evidente de los cambios en la diplomacia desde y hacia la administración Obama.
Uno, que no está en los comunicados oficiales pero es evidente, tiene que ver con la presencia de la señora Clinton en Ecuador, hasta hace poco crítico ácido del papel de Estados Unidos en la región y más cercano al discurso antiimperialista de Chávez. Hace unos meses, ni el propio Presidente de Venezuela hubiera imaginado ver a su homólogo Rafael Correa sentado al lado de la Secretaria de Estado y que, además, éste dijera que "esa visita es la de mayor nivel en muchos años".
De hecho, Ecuador es uno de los mayores críticos de la ampliación del acuerdo de cooperación en seguridad firmado el año pasado entre Estados Unidos y Colombia, punto que será abordado durante la visita de Hillary Clinton.
El otro, que marca también distancia con Chávez y su cercano amigo iraní Mahmud Admadineyad, es que la Secretaria de Estado no tendrá reuniones con el Presidente de Brasil, Lula da Silva, pero sí con Alan García, de Perú, contradictor abierto y decidido del llamado socialismo del Siglo XXI que Venezuela pretendía instaurar en la región.
No debe estar muy contento Chávez con eso y menos con la amistosa reunión que sostuvieron hace una semana el propio García y Cristina Fernández de Kirchner, hasta hace poco "divorciados" por temas regionales, en especial por el apoyo de Perú al acuerdo militar Colombia-Estados Unidos.
Y por último, la presencia durante dos días de Hillary Clinton en Colombia, el 8 y 9 de junio, será suficiente para volver a despertar los delirios de persecución del Comandante Chávez. Sólo que ahora ya no tendrá muchos aliados, salvo Evo Morales, en su rebuscada teoría de que Estados Unidos planea una intervención militar en su país desde Colombia.
Así las cosas, la segunda gira de Hillary Clinton por suelo latinoamericano confirma el interés de la administración Obama en reforzar las relaciones con algunos de sus mejores aliados. También, la de marcar distancia con los que, por un lado demandan mayor cooperación con América Latina, y por el otro, tejen alianzas con regímenes autoritarios y en abierta carrera armamentista en la región.
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