Al ritmo de caderas de una bailarina que atrae la atención frente al palacio del rey Herodes, la Medellín del siglo XXI va quedando atrás para dar un salto en el tiempo que nos traslada a la tierra que vio nacer a Jesús.
Entre soldados romanos que amenazan con cumplir la orden del rey de acabar con los niños, la vida fluye a lo largo de los caminos del pesebre más grande del mundo. Un espacio de 13.000 metros cuadrados que ayer abrió sus puertas al público para vivir la Navidad en vivo y en directo.
Ubicado en el costado norte del Aeroparque Juan Pablo II, este pesebre está hecho a escala real, con casas a las que se puede ingresar, con balcones y pasadizos a los que 80 actores colombianos vestidos a la usanza le invitan a seguir.
La idea es de Julián Rojas, un ingeniero de sistemas colombiano que, inspirado en la mala racha que vivía un amigo suyo en diciembre de 2010, decidió rendirle homenaje al Niño Jesús en el pesebre. "El éxito fue total. En la primera presentación ganamos dos récords mundiales", recuerda emocionado. En 2012 rompió otros dos récords, esta vez en Ciudad de México.
Ahora quiere hacer lo propio en Medellín, con el mayor número de techos donados a la obra Medellín Solidaria que lidera la primera dama de la ciudad, y el mayor número de buenos deseos. "Por cada persona que ingrese al parque nos darán $250", dijo Claudia Márquez, a la vez que invitó a la comunidad a visitarlo.
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