Tema obligado y complicado este de las elecciones pero, antes de tratarlo, quiero hablar de algo que me golpeó el corazón en estos días. Dos muertes que me han dolido en forma intensa. La Hermana de los pobres Marylía Martínez Arango (mi prima hermana) quien dejó todo lo que podía ser grato en la vida, para dedicar esa existencia al servicio de Dios y de los ancianos más necesitados. Renunció a un matrimonio ya próximo, a una vida familiar llena de satisfacciones para dedicar esa vida a hacer el bien al prójimo.
La otra muerte, de un hombre también dedicado al servicio de Dios, de la comunidad y de la educación de la juventud. Monseñor Darío Múnera, con quien compartí muchas horas de tertulia durante los años de magisterio en las facultades técnicas de la Universidad Pontificia Bolivariana, mi querida universidad. Fue un transformador con visión de futuro de la institución; criticado, como se acostumbra hacer con quienes ejecutan y no se conforman con lo que hay. Gran gerente universitario. Tengo que contar que Monseñor Múnera fue quien propuso el nombre de "María Madre de Dios" para el nuevo templo en construcción, hoy parroquia, en la vereda Sajonia en Rionegro.
Que Dios los premie con la gloria eterna.
Quisiera quedarme allí, hablando de estas dos vidas ejemplares, pero tengo que tratar el tema de actualidad de las campañas y elecciones próximas que nada tienen de ejemplares y que, de seguir así, llevarán al país al caos y violencia que vivíamos antes de llegar el presidente Uribe al poder.
Con él, con Uribe, se llevó a la guerrilla narcotraficante y terrorista casi a la desaparición, para que ahora se le den nuevos aires por la ambición de reconocimientos personales. Esa es la situación que vivimos y esa es la situación que el próximo presidente tiene que cambiar. Las cosas no se cambian con los mismos actores, primero hay que cambiar a quienes han reversado y nos han conducido otra vez a una situación de orden público preocupante y peligrosa. Poco falta para venezonalizar Colombia (con el perdón de los venezolanos de bien).
Por falta de argumentos programáticos y de futuro, las campañas se adelantan con ofensas, agravios, acusaciones temerarias, actuaciones politiqueras y cambiantes de un dudoso Consejo Electoral y con señalamientos para desviar la opinión pública frente a unos hechos graves que se deben aclarar.
Grave que el presidente Uribe tenga que apelar a entregar unas pruebas a quien no le corresponde la investigación, porque el funcionario que debía hacerlo ya manifestó su opinión sobre tema tan inquietante. Supongo que la razón es para preservar la verdad y evitar la manipulación de esa verdad. Habrá un testigo de excepción como garante de la verdad.
Sin embargo, hay un candidato que sigue en su campaña seria, serio como es Óscar Iván Zuluaga y lo tildan de ello, sigue exponiendo sus tesis, su programa sin ofender a ninguno de sus contendores y dejando que los actores de las injurias se dediquen a ellas, a falta de buenos argumentos de gobierno.
Que Dios nos ampare y proteja de lo que se nos pueda venir.
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