La oficina de relaciones corporativas de Dislicores, es un lugar donde el legado cobra vida. En una de sus paredes, una fotografía en blanco y negro de Alberto González Londoño, fundador de la compañía, captura su mirada firme y su espíritu visionario. Esa imagen no solo evoca los inicios de una empresa construida con esfuerzo y convicción, sino que también inspira a quienes hoy continúan su camino.
En otro rincón de la oficina, una fotografía enmarca un momento íntimo y significativo: el matrimonio de Sara Lourido, nieta de Alberto González, la hija de Luz María González. La imagen, cálida y llena de simbolismo, refleja cómo los valores familiares siguen siendo el corazón de Dislicores.
Alberto González era un empresario y piloto apasionado de las aeronaves. En 1956, fundó junto a su hermano Roberto la Distribuidora de Confites Disconfites. Alberto quedó a la cabeza de la empresa y, en 1976, su esposa le sugirió montar una compañía que impulsara la cultura del vino en el país, que para entonces era casi nula. No hizo oídos sordos y fundó la Distribuidora de Vinos y Licores, que años después conoceríamos como Dislicores.
A la muerte de Alberto, cuando Luz María apenas tenía 19 años, tomó las riendas de la empresa junto a su hermano Juan Martín González, tres años menor. Ella estaba a punto de empezar a estudiar su carrera profesional para ser abogada, pero su vida tomó otro rumbo del que hoy no se arrepiente.
Reestructuró administrativamente la empresa de la mano de su hermano y familia, que en ese entonces tenía menos de 100 empleados, y la convirtió en la compañía líder en distribución de licores en el país, con más de 1.300 empleados.
El próximo año celebrarán su 50 aniversario, y junto a su hermano, su hijo y su sobrino Gregorio González, actual director de Retail Marketing y Canales Digitales, trabajan con vocación para llevar más alto el sueño que una vez tuvieron sus padres.
“En la actualidad Dislicores es el importador de marcas tan importantes como: todo el portafolio de LVMH: Veuve Clicquot, Glenmorangie, Chandon, Hennessy y Belvedere; de los mejores vinos españoles como Marqués de Murrieta, Muga y Ramón Bilbao; de vinos chilenos como VIK, La Celia y Castillo de Molina; de vinos argentinos como Escorihuela Gascón, La Celia y Las Moras”, dice Paola Restrepo, gerente de Customer Marketing, y agrega: “también celebramos la llegada a la familia de Opus One, considerado el mejor vino de Estados Unidos”.
Los surcos del legado
Después de que el gobierno de Belisario Betancur aumentara los impuestos a los productos importados en Colombia, Dislicores tuvo un vuelco en su modelo de negocios. Empezaron a acercarse a bares, restaurantes y hoteles para generar alianzas, educando a sus meseros en la cultura del vino: el buen servicio, el conocimiento del descorche, las copas ideales, la presentación correcta, el maridaje, entre otras cosas.
Actualmente manejan dos modelos de atención de negocio B2B: atención a establecimientos comerciales, incluyendo los canales off trade, on trade y canal moderno; y el B2C enfocado a la atención del consumidor final, que son sus tiendas Dislicores Store. En estas, el acompañamiento y la asesoría marcan el diferencial para el consumidor. Allí encuentran todo lo que se necesita para las diferentes ocasiones de consumo: una fiesta en casa con amigos, una celebración especial o también algo tranquilo simplemente para relajarse en casa. Dislicores Store amplía sus fronteras y ahora también lo encuentras a un solo clic con la App Dislicores Store o su página web www.dislicores.com.
Dislicores Store relanzará en septiembre su programa de fidelización “Club Dislicores” con beneficios exclusivos para sus clientes que van desde catas en casa hasta productos exclusivos.
Alineados con su estrategia de liderar la categoría de vinos y licores y siempre estar a la vanguardia, hace tres años desarrollaron la plataforma DAN, Dislicores a su negocio, una plataforma digital que simplifica el proceso de compra de vinos y licores para los establecimientos comerciales ya sea que tengan un restaurante, un bar, una tienda o un supermercado. DAN les permite realizar sus pedidos de forma ágil, segura y 100% digital.
DAN también es la herramienta estratégica que los vendedores utilizan para optimizar su gestión comercial y potenciar las ventas en los canales on y off. La plataforma no solo facilita la venta, sino que también ofrece una visión integral del desempeño. Los vendedores tienen acceso a indicadores clave como el cumplimiento de metas, el progreso en acuerdos comerciales y el desempeño de la cartera de clientes, revisando en tiempo real la disponibilidad de productos, el historial de compras y las condiciones comerciales específicas de cada negocio.
El sello Dislicores llega a otras latitudes
El conocimiento del mercado y de las necesidades de los clientes le ha llevado en el transcurso de cinco décadas a desarrollar dos marcas propias: MIL976, llamada así por el año de fundación de la empresa, y El Fortín Gourmet, ambos diseñadas para tener un portafolio que complemente el mundo de los vinos y los licores.
MIL976 es una marca que lograron posicionar en Colombia y que ya se vende en seis países: Estados Unidos, República Dominicana, Panamá, Venezuela, Aruba y Curazao, y próximamente Puerto Rico y Perú. La marca juega en el segmento de tónicas, mezcladores y ahora sus más recientes innovaciones: soda y sparkling de toronja, tamarindo y manzana. La revolución de la coctelería continúa con MIL976 con su nueva innovación Gin & Tonic 0.0 alcohol, un producto que está a la vanguardia de las tendencias del mercado.
El Fortín Gourmet es el legado de su marca El Fortín que los acompañó desde el inicio con Disconfites y ahora se transformó para enfocarse en productos de alto valor percibido que complementan las ocasiones de consumo de vinos y destilados con productos como frutos secos, aceitunas, guindillas, calamares y otros más que muy pronto llegarán al portafolio. Como lo explica Mateo Lourido, la empresa “cambió su razón de ser de una empresa de consumo masivo a convertirse en una que se enfoca en productos de alto valor percibido”.
La herencia de la sostenibilidad
Hace unos años, Luz María asumió la batuta de la responsabilidad social de la empresa. En su labor, ha priorizado cuatro pilares:
Moderación: crearon protocolos de autorregulación y autocuidado para un consumo responsable. “Tenemos una asociación llamada Asovinos en la que enseñamos a las personas a consumir vino”, señala.
Experiencia: es parte de su vocación de servicio. “No vendemos un vino como una botella más, sino que cada botella signifique algo para esa persona, que sea para compartir un momento memorable”, dice Luz María.
Legalidad: está enfocado en el cuidado del personal, los clientes y la reputación de la marca, manteniendo toda la reglamentación al día.
Sostenibilidad: es un tema que la apasiona, cuyo objetivo es “devolverle a la tierra y al mar un poco de lo que nos han dado”.
Germinan las primeras semillas verdes
En sostenibilidad se destacan proyectos como Desde la Raíz, en el que están creando un vivero para sembrar árboles de quina, una especie nativa de América del Sur. Su extracto se usa para crear el agua tónica de la marca MIL976.
Como la materia prima solo se conseguía comercialmente en África, y desconfiaban de la trazabilidad del producto, es decir, de que el proceso de extracción destruyera el árbol o de que proviniera de mafias, decidieron sembrar cinchona, planta de la que se extrae la quinina, ellos mismos. Con el vivero, buscan obtener el extracto mediante un método innovador, promoviendo así la preservación de esta especie en peligro de extinción.
También lideran una iniciativa llamada Un Arrecife de Vida, en la que buscan recolectar y transformar botellas de vidrio en arena para construir bases donde se siembran fragmentos de coral. Además, elaboran estructuras especiales para el trasplante de los corales que ya han llegado a un tamaño óptimo desde su siembra, y luego son llevados al arrecife. Esta labor contribuye a la restauración y preservación de una parte de la cuarta barrera coralina más grande del planeta, ubicada en la isla de San Andrés.
La iniciativa nació de un viaje de Luz María a la isla de Barú, donde observó que el vidrio acumulado en el mar era colonizado por el coral y transformado en hogar de cientos de peces. Por ello, tomaron el mayor residuo de la empresa, las botellas de vidrio, y las transformaron en una oportunidad para rescatar los corales, los arrecifes y, con ello, la vida marina.
Dislicores recibió el reconocimiento a las buenas prácticas de desarrollo sostenible en la categoría empresarial, entregado por Pacto Global y la Cámara de Comercio de Bogotá, alineándose al ODS 14: Protección de los ecosistemas marinos y costeros.
“Esto ya no es un proyecto, es un legado que le quiero dejar a mi familia”, dice Luz María.
La familia Dislicores
El compromiso también es con todos sus empleados. Luz María cree que el baluarte más grande de una empresa es su gente, por eso la responsabilidad social tiene como núcleo el bienestar de sus empleados.
En la compañía, manejan un enfoque de balance social con políticas como el salario mínimo vital, que es un 15 % superior al del mercado. También los apoyan con el programa Camino a tu Hogar, en el que los trabajadores con más de 10 años en la empresa, que aún no tienen vivienda propia, reciben acompañamiento y un subsidio para comprarla.
Para Luz María, este auxilio es como darles una bicicleta: “Nosotros le entregamos la bicicleta, pero ellos tienen que pedalear a la meta”. Además, es una manera de incentivar los buenos resultados, ya que mejoran el rendimiento al reducir la rotación de personal y brindar estabilidad.
“No se alcanzan a imaginar lo que fue el año pasado la entrega de esos subsidios, la gente lloraba, la gente no lo podía creer. El agradecimiento de pensar que toda la vida creyeron que no podían tener una casa con un salario mínimo y mostrarles que sí se puede”, narra Luz María.
Cinco décadas de un legado familiar
La pared de la oficina de relaciones no fue decorada por un diseñador de espacios, sino por diferentes miembros de una familia que buscan hacer de ese espacio algo parecido a un hogar. Los cuadros familiares, las figuras de los aviones que le encantaban a Alberto y las estatuas de Catrinas mexicanas hacen que parezca la sala de una casa.
El próximo año, Dislicores cumplirá 50 años como un negocio familiar que ha sabido innovar en un mercado competitivo, llevando la cultura del buen gusto y manteniendo un legado.
*Contenido realizado en alianza con Dislicores.