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25 años tras Srebrenica: tribunales más necesarios que nunca

  • FOTO EFE
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12 de julio de 2020
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Veinticinco años después de Srebrenica, los tribunales internacionales como los que juzgaron a los autores de esta masacre se enfrentan a un futuro incierto, aunque sean más necesarios que nunca, estiman los expertos.

La creación de un tribunal encargado específicamente de juzgar a los dirigentes de los serbios de Bosnia Ratko Mladic y Radovan Karadzic por la muerte de 8.000 hombres y niños musulmanes, se percibió como el inicio de una nueva era de la lucha contra la impunidad.

Sin embargo, muchas jurisdicciones creadas en su estela se enfrentan en la actualidad a obstáculos como pocas condenas o gobiernos reticentes a dar su apoyo.

También tienen que iniciar un trabajo laborioso con el fin de hacer justicia a las víctimas de los crímenes perpetrados en situaciones más recientes como la guerra de Siria, la represión de la minoría rohinyá en Birmania o la persecución de los uigures en China, dicen los expertos.

El aniversario de la masacre de Srebrenica, una de las páginas más negras de la guerra de Bosnia (1992-1995), recuerda que “nunca ha sido tan grande” la necesidad de instituciones judiciales que tengan como fin juzgar las atrocidades de masa, dice Nancy Combs, profesora de derecho en la Universidad de William y Mary, en Virginia (Estados Unidos).

Dificultades considerables

La Haya, denominada “ciudad de la paz y la justicia”, alberga a varias de estas jurisdicciones, como la Corte Penal Internacional (CPI), creada en 2002 para juzgar las peores atrocidades perpetradas en el mundo.

La ciudad holandesa también alberga el Tribunal Especial para Kosovo, que recientemente acusó al presidente kosovar Hashim Thaci, así como el Tribunal Especial para Líbano, encargado de juzgar a los responsables del asesinato del antiguo primer ministro Rafic Hariri.

La CPI está amenazada por la administración de Donald Trump con sanciones, por su investigación de los supuestos crímenes de guerra en Afganistán, algunos perpetrados por soldados estadounidenses, mientras que la maquinaria judicial trabaja lentamente en otras instituciones.

“No hay la más mínima duda de que estos tribunales tienen en la actualidad dificultades considerables”, declara Combs a la AFP.

La CPI, que suele ser acusada de perseguir solo a sospechosos africanos, también ha “sufrido una crisis de confianza porque sus éxitos han sido muy escasos en la última década”, dice.

Las diligencias contra el presidente keniano Uhuru Kenyatta han fracasado y la absolución del expresidente de Costa de Marfil Laurent Gbagbo y del antiguo vicepresidente congoleño Jean-Pierre Bemba han supuesto un serio revés para el fiscal.

Pese a los recientes cambios políticos en Sudán, el fugitivo más importante que busca la Corte, el presidente depuesto Omar el Bechir, sigue estando fuera de su alcance.

Negación de crímenes

Las ambiciones de la justicia internacional parecían prometedoras con la creación en los años 90 de los tribunales para Ruanda y la exYugoslavia, los primeros de este tipo desde los de Nuremberg y Tokio después de la II Guerra Mundial.

Disuelto en 2017, el Tribunal Penal Internacional para la exYugoslavia (TPIY) sigue siendo el más exitoso, con la acusación de 161 personas. Una herencia frágil que sigue estando amenazada.

“Estamos muy preocupados por la cooperación regional”, declaró recientemente a la prensa Serge Brammertz, el fiscal del Mecanismo de Tribunales Penales Internacionales que retomó los trabajos del TPIY.

“Por un lado, está el rechazo a los fallos, por otro, la negación de los crímenes y después, la glorificación de los criminales condenados como en Serbia”, sostuvo.

El futuro de la justicia internacional reside ahora en una “combinación de diversos modelos de derecho”, que mezcla grandes tribunales internacionales y tribunales locales, observa Carsten Stahn, profesor de derecho de la Universidad de Leyde, en Holanda.

Algunos crímenes perpetrados en Siria están siendo juzgados en Alemania gracias a una mezcla de pruebas compiladas por la ONU y procesos nacionales fundados en el concepto de la justicia universal, explica Stahn.

“Vemos que se multiplican las vías de la justicia”, dice antes de agregar que “es el futuro”.

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