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Una llamada telefónica interceptada al segundo capo al mando del cartel de Sinaloa, Ismael “el Mayo” Zambada, sirvió para que los organismos de Inteligencia de Estados Unidos y México determinaran que el hombre más buscado del planeta estaba en la ciudad de Los Mochis, en el Estado sinaloense.
De inmediato comenzó un cruce de información ultrasecreto entre la DEA, la NSA y la División de Inteligencia de la Secretaría de Marina mexicana, el único organismo de seguridad de ese país en el cual confían los estadounidenses. Todo hacía indicar que la cacería de Joaquín “el Chapo” Guzmán estaba a punto de terminar, luego de seis meses de su última fuga de la cárcel.
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Fuentes cercanas al hecho narraron a EL COLOMBIANO, bajo reserva de identidad, que una semana antes de la operación un comando especial viajó desde E.U. a Sinaloa, para sumarse a las tropas de la Marina que ejecutarían la misión.
El objetivo fue ubicado en una vivienda, entre los barrios Los Pinos y Scally, la cual fue allanada en la madrugada de ayer por los agentes.
El anillo de seguridad de “el Chapo” los enfrentó con un poderoso arsenal y en el tiroteo murieron cinco de sus presuntos escoltas, y resultó herido uno de los uniformados.
Los marinos penetraron a la residencia y arrestaron a seis personas, al tiempo que encontraron ocho fusiles (dos ellos Barret .50, de alto alcance y antiblindaje), una pistola, municiones y un lanzacohetes RPG-7 cargado.
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No obstante, el jefe de la banda no estaba, tampoco su lugarteniente Orso Gastelum Cruz, alias “el Cholo Iván”.
Las calles aledañas fueron cerradas al tráfico vehicular y la ciudad se militarizó, al tiempo que los miembros de la Fuerza Pública registraban las alcantarillas del vecindario ante la posibilidad de que hubieran túneles semejantes al que utilizó el cabecilla para fugarse de la cárcel de máxima seguridad del Altiplano, en el Distrito Federal, el 11 de julio de 2015.
La prensa local llegó al sitio a hacer preguntas y algunos residentes entraron en pánico. La orden de los militares era preservar la confidencialidad del operativo, hasta que no se confirmara por medios científicos la detención de Guzmán, por cuya cabeza los mexicanos ofrecían una recompensa de 60 millones de pesos en moneda local y los estadounidenses 5 millones de dólares.
Para calmar los ánimos, la Marina publicó un comunicado parcial en internet, según el cual el operativo había sido para capturar a “el Cholo Iván”, un cabecilla local del cartel de Sinaloa, quien había escapado del lugar.
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El rastreo de las alcantarillas y las voces de testigos llevaron a las tropas a un motel cercano, al que habían llegado los dos fugitivos después de salir del laberinto subterráneo y abordar un vehículo.
Allí, en uno de los cuartos, cansado, sucio y aún con la ropa de dormir, el narcotraficante de 58 años no tuvo más remedio que rendirse.
Cuando se confirmó la identidad de “el Chapo”, el honor de anunciarlo al mundo le correspondió al funcionario cuyo mandato había quedado en ridículo con la fuga: el presidente Enrique Peña Nieto.
“Misión cumplida: lo tenemos. Quiero informar a los mexicanos que Joaquín Guzmán Loera ha sido detenido”, publicó en su cuenta de Twitter a la 1:00 p.m., recibiendo una oleada internacional de congratulaciones.
La DEA, en la misma red social, le replicó que estaba “extremadamente complacida por la captura. Felicitamos al Gobierno mexicano y saludamos la valentía involucrada en su captura”.
Este diario supo que apenas se notificó el arresto, el Gobierno de E.U. reiteró su pedido de extradición.
Las implicaciones
El cartel de Sinaloa, también llamado “la Federación”, es el principal comprador y distribuidor de cocaína para las organizaciones criminales colombianas (ver gráfico).
Y uno de los mayores proveedores de ese grupo en Colombia, según la Policía Nacional, es “Otoniel”, el jefe de la banda “los Urabeños”, quien tendría contacto directo con un sobrino de “el Chapo” apodado “Mario”.
Además del capo, el cartel lo lideran Ismael “el Mayo” Zambada y el expolicía Juan José Esparragoza Moreno (“el Azul”), quienes sostienen un imperio de narcotráfico y lavado de activos con redes en los cinco continentes.
Por eso la captura de “el Chapo” no cambiará el panorama del crimen transnacional, a juicio de María Vélez de Berliner, presidente de Latin Intelligence Corporation y asesora del Pentágono de E.U.
“Esa organización seguirá operando sin Guzmán, como ha pasado durante sus pasadas capturas. Lo que podría suceder es que se diversifique el negocio y que “el Mayo” y “el Azul” compitan entre sí por algunas rutas y mercados”, opina la analista.
Las implicaciones más importantes de este suceso van más allá del orden público y tienen que ver con lo político.
El analista de seguridad John Marulanda estima que la caída de “el Chapo” le da un segundo aire al gobierno de Peña Nieto, quien preside el país con el mayor número de secuestros en el mundo.
“Pero eso dependerá de la decisión que tome ahora: ¿lo extraditará o no? Tendrá que discutirlo con su gabinete”, comenta Marulanda.
Tras la detención en Los Mochis, el narco fue trasladado por aire a México D.F.
En su discurso de victoria, en el palacio presidencial, Peña Nieto no mencionó nada sobre la extradición, como tampoco lo hizo Loretta Lynch, la fiscal General estadounidense. “El Departamento de Justicia de E.U. se enorgullece de mantener una relación estrecha con nuestros colegas mexicanos”, se limitó a decir la funcionaria.
En ambos gobiernos hay prevenciones por el tratamiento judicial de Guzmán, pues este ha amenazado en el pasado con revelar sus contactos corruptos a lado y lado de la frontera. Por mera sospecha, en los últimos dos años han sido suspendidos de sus cargos 365 funcionarios fronterizos de E.U., con el mayor sigilo por parte de la administración de Barack Obama.
El docente Gustavo Duncan, magíster en Seguridad, relata que “no existen impedimentos políticos para que el presidente mexicano niegue la extradición. Es más el riesgo que corre si no lo hace y ocurre una tercera fuga, teniendo en cuenta el alto grado de corrupción en su país”.
Egresado de la U.P.B. Periodista del Área de Investigaciones, especializado en temas de seguridad, crimen organizado y delincuencia local y transnacional.