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Los líderes europeos celebrarán una cumbre extraordinaria por videoconferencia mañana para discutir la crisis en Bielorrusia, escenario de protestas contra la cuestionada reelección del presidente Alexandre Lukashenko, quien está en el poder desde 1994.
“El pueblo de Bielorrusia tiene derecho a decidir su futuro y elegir libremente a su líder. La violencia contra los manifestantes es inaceptable y no puede ser permitida”, tuiteó el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
Decenas de miles de personas se manifestaron el domingo en Bielorrusia, en una de las jornadas de protestas más importantes tras el inicio de un fuerte movimiento de contestación contra la reelección de Lukashenko, acusado de fraude, y la violencia policial.
La organización de esta cumbre de líderes europeos se produce después de que en los últimos días el presidente ruso, Vladimir Putin, redoblara su apoyo a su homólogo bielorruso.
El jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, pidió ayer en un comunicado “una investigación profunda y transparente de todas las denuncias de abusos para pedir cuentas a sus responsables”, después de que en los últimos días se multiplicaran los testigos que hablan de torturas durante los arrestos.
Lukashenko se proclamó ganador de las presidenciales el 9 de agosto con el 80 % de los votos pese a la oposición de la calle.
La represión de las protestas provocó más de 6.700 detenidos, centenares de heridos y dos muertos.
Ayer miles de obreros en huelga se congregaron ante la fábrica de vehículos pesados (MZKT) y la planta de tractores (MTZ) de Minsk, orgullo nacional y cuya producción se exporta a toda la ex Unión Soviética, así como frente a la sede de la televisión gubernamental bielorrusa, ondeando banderas blancas y rojas de la oposición y lanzando consignas hostiles al poder.
“No olvidaremos, no perdonaremos”, gritaron los manifestantes congregados ante la sede de MZKT.
Frente a miles de empleados de la MZKT, Lukashenko dio un discurso mientras recibía abucheos y proclamas para que se marchara.
Como respuesta, Lukashenko, quien se desplazó hasta allí en helicóptero, desafió a los manifestantes: “Gracias, ya he dicho todo lo que quería decir. Pueden decir ¡vete!”, aseguró en la conclusión de su discurso, visiblemente enfadado.