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Benjamín Netanyahu es el rostro de la derecha de Israel de las últimas dos décadas. Primer ministro desde marzo de 2009 con el Partido Likud e imputado por corrupción en su país, ahora le apuesta a un tercer intento en menos de un año de conseguir la mayoría en las elecciones parlamentarias del 22 de marzo de 2020 para ratificarse en el poder.
Las primarias de esta semana lo avalaron como líder indiscutible de su partido, el Likud. Con 72 % de los votos a su favor, aunque solo participaron el 49% de los habilitados para votar en la colectividad, Netanyahu confirmó su nominación para los comicios que intentan terminar con el bloqueo político del país.
Sin mayorías en el Knéset (parlamento), 2019 cerró con dos intentos fallidos de formar Gobierno que terminaron en convocatorias a elecciones. En el primero, en abril, tanto Netanyahu como su rival de partido Azul y Blanco, Benny Gantz, lograron 35 escaños. En el segundo, en septiembre, ambos perdieron curules: el primer ministro quedó con 32 y su opositor con 33.
Ganar para blindarse
A ninguno de los punteros del Knéset le ha alcanzado para conseguir una alianza con otras colectividades. El tiempo pasa y el camino para Netanyahu es más complicado porque desde el 21 de noviembre la Fiscalía presentó cargos en su contra por los delitos de corrupción, fraude y abuso de confianza.
La de marzo será la primera vez que se mida ante los electores nacionales con un juicio oficial en su contra. Las primarias fueron tan solo una prueba dentro del partido en el que siempre ha reinado. Lo que para el primer ministro es un “golpe de Estado”, es también su talón de Aquiles ante una oposición que ya le ganó terreno en el pasado.
La clave para entender el proceso que empieza Israel en los primeros tres meses del año está en los beneficios que tendría el derechista si continúa en el poder. “Su reto es garantizarse la inmunidad y para ello necesita 61 votos” en el Parlamento, afirmó Gayil Talshir, profesora de Ciencias Políticas de la U. Hebraica de Jerusalén a la agencia AFP.
La ley permite abrir procesos contra cualquier ministro, excepto el primer ministro. Por eso su único camino en un escenario en el que la justicia prospere es quedarse en el cargo, lo que lo convertiría en el político que estuvo por más tiempo en el poder.
“Es difícil pensar una salida en la que Israel termine formando un Gobierno cuando a Netanyahu ya se le ha negado la posibilidad de hacer una coalición tres veces”, comenta Sebastián Brizneda, , maestro en estudios de Medio Oriente de la U. Católica de Milán.
Antes del posible desenlace en marzo tiene un obstáculo por enfrentar: el Tribunal Supremo debe decidir en los próximos días si es apto para recibir una eventual encargatura de Gobierno, en caso de tener mayoría. Una negativa de la corte podría significar un freno a su carrera . n
Periodista egresada de la facultad de Comunicación Social - Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana.