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Estados Unidos debate si pagar indemnización a descendientes de esclavos

Un proyecto en el Congreso propone compensar a los descendientes de esclavos.

  • Por lo menos durante 30 años llegaron iniciativas similares al Congreso que proponían compensaciones por la discriminación derivada de la esclavitud. Todas se estrellaron rápidamente, sin siquiera pasar a las plenarias de las cámaras. Foto: GETTY
    Por lo menos durante 30 años llegaron iniciativas similares al Congreso que proponían compensaciones por la discriminación derivada de la esclavitud. Todas se estrellaron rápidamente, sin siquiera pasar a las plenarias de las cámaras. Foto: GETTY
27 de abril de 2021
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Avanza en Estados Unidos la intención de remover el pasado. Un Comité Judicial de la Cámara de Representantes aprobó, con una mayoría de 25-17, un proyecto de ley (el H.R. 40) que plantea establecer “una comisión para estudiar y desarrollar propuestas de reparación para los afroamericanos”, como resultado de la institución de la esclavitud y los efectos que persisten de su discriminación. El país se propone mirar su historia para explicar su presente, no sin grandes temores.

No es la primera vez que la posibilidad de reconocer reparaciones por la esclavitud llega al Congreso de EE. UU. En 1989 el congresista demócrata por Michigan, John Conyers Jr, ya fallecido, puso a consideración el proyecto de ley H.R. 40, siendo el primero de un largo hilo de intentos. Por lo menos durante 30 años llegaron iniciativas similares que se estrellaron rápidamente, sin pasar ni siquiera a plenarias en las cámaras. El proyecto actual presentado por Sheila Jackson Lee, representante por Texas, es el primero que lo logra.

Cuando Jackson presentó el proyecto en junio de 2019, explicó los alcances de su iniciativa: “Tiene por objeto examinar la institución de la esclavitud en las colonias y en los EE. UU. desde 1619 hasta el presente, y recomendar, además, los remedios adecuados”.

La comisión estaría conformada por 13 personas, tendría un presupuesto de 12 millones de dólares y estudiaría las repercusiones de la esclavitud “y de la continua discriminación derivada directa e indirectamente” de ella. Podría recomendar formas de disculpa y compensación. Esto último es uno de los flancos de sus críticos por su alcance y la forma de hacerlo.

La tensión presente

En junio de 2019, justo cuando el H.R. 40 comenzaba su andar en el Congreso, la periodista Eva McKend le preguntó al entonces líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, si estaría de acuerdo con compensaciones (tanto simbólicas como materiales) en este tema. McConnell fue claro en responder: “No creo que otorgar reparaciones por algo que sucedió hace 150 años, de lo cual ninguno de los que vivimos actualmente somos responsables, sea una buena idea”. Dos años después, la posición republicana sigue unánime: en el Comité todos votaron en contra de la medida.

“Ahora estamos eligiendo de presidente de los Estados Unidos a un hombre negro. Vicepresidenta de Estados Unidos, mujer negra. ¿Y decimos que no hay progreso?”, señaló el representante republicano y afroamericano por Utah, Burgess Owens, al final de la votación en el Comité. “Los que dicen que no hay progreso son los que no quieren progresar”, agregó.

La discusión sobre si el país mantiene o no estructuras sistémicas de discriminación producto de la esclavitud está muy viva, a juicio de los analistas.

“Esa tensión no acaba porque hay políticos que siguen enalteciendo a unos y viendo de una manera inferior a otros. Siguen pasando hechos en el día a día que no reciben la sanción social que se esperaría”, explica Rafael Piñeros, profesor internacionalista de la Universidad Externado, y quien le sigue la pista a este tema en Estados Unidos. Durante los últimos años, y especialmente bajo la presidencia de Donald Trump, acontecieron algunos de esos sucesos de los que habla Piñeros.

El 12 de agosto de 2017 una marcha de supremacistas blancos desató el caos en Charlottesville, municipio de más de 40.000 habitantes en Virginia. Protestaban contra la decisión del ayuntamiento de quitar la estatua de Robert E. Lee (1807-1870), general en la Guerra Civil que luchó a favor de mantener la esclavitud. Marchaban con banderas confederadas, coreaban consignas nazis. En el parque principal se encontraron con el grupo antirracista Black Lives Matter. La violencia arreció.

Murió una persona, 34 más quedaron heridas y decenas fueron capturadas. Trump tardó tres días en condenar explícitamente a los movimientos neonazis. Tras una fuerte presión pública para que lo hiciera, el 14 de agosto señaló que “el racismo es el mal y aquellos que causan violencia en su nombre son criminales, incluyendo el KKK (Ku Klux Klan), los neonazis, los supremacistas blancos y otros grupos de odio”. Sin embargo, su silencio inicial quedó en el ambiente.

“A pesar del progreso y de la elección del primer presidente estadounidense de ascendencia africana, el legado de la esclavitud persiste con fuerza en esta nación”, respondió la representante Jackson a su colega republicano Owens.

Biden no ve con desagrado el proyecto. En febrero de 2021 su secretaria de prensa, Jen Psaki, señaló que el presidente respalda la idea de estudiar el tema, en un asunto en el que el líder tiene que ir con pinzas.

Pese a que en campaña se apoyó en la comunidad afro, lo cierto es que la tensión en la política se reproduce en la sociedad. La población negra representa el 12.5% del total de habitantes de EE. UU, según la Oficina de Censo. Una encuesta realizada a finales de 2019 por la Associated Press-Norc, reveló que solo el 29 % de los estadounidenses expresó su apoyo al pago de reparaciones. En el detalle de ese porcentaje, el 74 % de los negros estuvo de acuerdo y solo el 15 % de los blancos tomó esa posición.

Hacia adelante

“La cultura estadounidense es muy pragmática. Si en un momento nos enfrentamos por algo, y logramos superarlo, ya queda mirar hacia adelante”, explica Piñeros. “La revisión de la historia puede implicar avivar pasadas disputas”. Que la esclavitud hace parte de la historia de EE. UU. es una verdad reconocida y aceptada.

En julio de 2020 el senador republicano por Arkansas, Tom Cotton, explicó que “tal como lo expresaron nuestros próceres, (la esclavitud) fue un mal necesario sobre el cual se construyó la unión, pero la unión se construyó de manera tal, como dijo (Abraham) Lincoln, que puso a la esclavitud en la senda hacia la extinción”.

Patricio Navia, profesor de Estudios Liberales de la Universidad de Nueva York, vaticinó que el proyecto seguramente no va a pasar en el Congreso, “pero subraya la demanda de reconocer el pasado y hacerse cargo de los dolores asociados a ese pasado. Para construir un mañana hay que tener una visión compartida respecto a cuáles fueron los grandes aciertos y errores del ayer”. Es precisamente dónde se enfoca la vista la pregunta.

“Usted puede ver el Arco del Triunfo, o puede detenerse en quién construyó el Arco del Triunfo”, explica Piñeros. “¿Cuánto dinero se puede gastar en una propuesta de esas? ¿Sirve para construir un mejor futuro? Para muchos seguro que no”. Si bien el proyecto incluye un presupuesto inicial, cuánto costaría reparar económicamente a esta población dependería del monto y del criterio de selección de los beneficiados que elija la Comisión. Es posible que no se llegue a eso. Las cuentas para el H.R. 40 en las plenarias de las cámaras no son positivas.

Tras la aprobación en el Comité Judicial, el proyecto deberá pasar a la Cámara de Representantes, donde los demócratas tienen mayoría. En el Senado necesitaría 60 votos para evitar obstruccionismo. Dada la división 50-50 que hay entre ambos partidos, es poco probable que vea la luz.

“Aunque algunos han tratado de desviar la importancia de estas conversaciones centrándose en la compensación monetaria, la verdadera cuestión es si esta nación puede enfrentarse al legado de la esclavitud que todavía infecta a la sociedad actual”, defendía Jackson. La respuesta hoy parece apuntar al No.

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