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Aunque no se trata de investigaciones nuevas, el mundo se sorprendió con la recomendación de las autoridades policiales de Israel de detener al primer ministro de este país, Benjamin Netanyahu. No es para menos, es el mandatario del país más poderoso militar y económicamente de oriente medio, el principal aliado de Estados Unidos en la región y, además, protagonista de fuerza en los conflictos territoriales. Pero, pese a la posibilidad de ir a prisión, analistas no ven riesgo para la estabilidad del país.
La explicación es que como las mayorías del Parlamento israelí las tiene el primer ministro, Benjamin Netanyahu, al menos por ahora el mandatario, sobre quien recaen dos investigaciones judiciales, se mantendrá en el poder mientras la Fiscalía acata la solicitud de la Policía de imputarle cargos por corrupción.
Contra el primer ministro hay dos investigaciones: el Caso 1000 y el Caso 2000. En el primero de ellos el mandatario es acusado de haber solicitado y recibido regalos lujosos del productor de Hollywood, Arnon Milchen, a cambio de favorecer sus intereses con mediación e iniciativas legales.
Y la segunda investigación lo acusa de haber negociado con el editor del diario, Yediot Aharonot, Arnon Mozes, para conseguir una cobertura favorable a cambio de intervenir para reducir la distribución del periódico rival. La prueba es una conversación de la que existe una grabación.
“Después de leer las recomendaciones (policiales), puedo decir que es un documento torticero, radical y lleno de agujeros”, señaló ayer Netanyahu.
Menos de 12 horas después de que se hiciera pública la solicitud contra uno de los hombres más influyentes del mundo, el mandatario dijo que la coalición que sostiene a su gobierno es estable, que ni él ni nadie convocará elecciones, y que seguirá trabajando hasta el final de la legislatura.
No obstante, de acuerdo con el analista internacional, Diego Cediel, el sistema político y normativo israelí determina que sólo hasta que Netanyahu sea encontrado culpable, es que se haría efectiva una destitución en firme, mediada por las acusaciones de la Fiscalía y naturalmente por un proceso legal.
Aunque a nivel doméstico esto implicaría un desajuste institucional, como Israel es una democracia parlamentaria, en caso de destitución “este tipo de situaciones son solventables de manera más expedita que en un sistema presidencial. Los sistemas como los de este país están hechos para que estas situaciones no resulten traumáticas”, señaló Marcos Peckel, Director de la confederación de comunidades judías en Colombia.
Aunque el último capítulo de estas investigaciones ya suma dos años, Peckel dijo que el proceso con la justicia aún está en una fase temprana, pero el hecho de que se haya emitido cargos formales es muestra del buen sistema democrático del país.
“Esto demuestra que el sistema de pesos y contrapesos funciona. Es una democracia que tuvo en la cárcel a un presidente en ejercicio por haber sido acusado de violación, y a otro por haber recibido sobornos”, añadió el analista.
El primero de ellos fue Moshe Katsav, quien se desempeñó como primer ministro entre 2000 al 2007, año en el que se tuvo que retirar de sus funciones porque cuatro mujeres que trabajaban para él lo denunciaron por acoso o violación.
El otro de ellos fue Ehud Ólmert, mandatario del Estado Israelí del 2006 al 2009, investigado por irregularidades en el proceso de privatización del Banco Leumi, mientras este se desempeñaba como jefe de la cartera económica.
Por la posición geopolítica del país actualmente liderado por Netanyahu, Israel tiene un papel significativo y preponderante en la región de Asia suroccidental, y razón por la cual su mandatario siempre será uno de los líderes políticos más influyentes e importantes del mundo.
El líder de Israel, ademas de ser una de las personas más poderosas del mundo –está dentro de los 20 más influyentes según Forbes– lleva las riendas de un país con un vecindario históricamente hostil.
No obstante, esa figura de hombre poderoso se debe en gran medida a la consolidación del Estado, frente a los países vecinos que cada vez tiene una desventaja mayor, en especial por la creciente capacidad bélica. “Eso significa que Israel, sin importar si es Benjamin Netanyahu u otro gobernante de la centro izquierda, siempre va a tener una voz y un peso determinante dentro de la región porque esa tensión no se ha logrado resolver y sobre todo por los mismos conflictos arabe-israelí”, dijo Cediel.