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Filipinas, único país que prohíbe el divorcio, trata de aprobar una ley que lo permita

En esa nación es muy poderosa la Iglesia católica, que siempre se ha opuesto a las normas que faciliten el divorcio.

  • Aunque una encuesta señala que la mayoría de filipinos quieren leyes para el divorcio, la iglesia católica se opone. FOTO: ARCHIVO.
    Aunque una encuesta señala que la mayoría de filipinos quieren leyes para el divorcio, la iglesia católica se opone. FOTO: ARCHIVO.

El Parlamento de Filipinas debate una nueva propuesta de ley para legalizar el divorcio en el país asiático, única nación en el mundo, junto al estado Vaticano, donde está prohibido, aunque de aprobarse, la ruptura deberá contar con el permiso de un juez.

La proposición de ley, que legalizaría el divorcio bajo ciertos supuestos, fue aprobada el martes por una comisión de la Cámara Baja por 12 votos a 0, si bien la ley deberá pasar ahora al Senado, donde tradicionalmente ha fracasado por el rechazo de los grupos conservadores y la Iglesia católica.

“La aprobación del proyecto de ley (...) asegura que el país está ya a las puertas de sumarse a la universalidad del divorcio absoluto en la comunidad de naciones”, celebró el congresista Edcel Lagman -uno de los promotores de la ley- en un comunicado, y afirmó que más de 70 congresistas firmaron la propuesta legislativa.

Lagman enfatizó que el proyecto de ley solo contempla el divorcio en el caso excepcional de que “el tormento de la irreversibilidad” fuerce la “muerte del matrimonio”, por lo que un divorcio “rápido, notarial o por correo electrónico” seguiría prohibido de aprobarse la ley.

La ley obligaría a las parejas a someter su divorcio a una decisión judicial, y las obligaría a darse un período de 60 días tras la petición de ruptura de su matrimonio, tiempo durante el cual el juez trataría de reconciliar a las partes, animándolas a meditar la decisión.

En el único país del mundo junto al Vaticano donde el juramento de amor eterno es irreversible, el Congreso ha intentado en los últimos años aprobar leyes para permitir el divorcio, pero siempre han naufragado en la Cámara Alta.

Este inmovilismo choca con el anhelo de los filipinos. En la encuesta más reciente realizada hasta la fecha, en 2018 un 53 % estaba a favor de una legislación que permitiese el divorcio, según datos de Social Weather.

A día de hoy, la ley filipina solo contempla la separación legal, lo que permite cesar la convivencia y repartir bienes comunes, pero no anula el matrimonio.

La otra opción es la nulidad, un trámite engorroso y caro, solo al alcance de familias adineradas: el gasto mínimo ronda los 300.000 pesos (5.000 euros) -que equivale al salario anual de trabajadores de clase media-, aunque puede llegar al millón (17.200 euros), y la decisión final también depende de un juez.

Los expertos apuntan a que uno de las mayores rémoras para la llegada del divorcio a Filipinas es la enorme influencia de la Iglesia católica en el archipiélago, el país asiático con más católicos, donde el 83 % de la población profesa la religión apostólica romana.

Ejemplo de ello es la permisividad de la que otras confesiones disfrutan en el país, donde musulmanes e indígenas sí pueden divorciarse para finiquitar su matrimonio.

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