La reconciliación entre la iglesia católica y la ortodoxa será el ejemplo que el Papa Francisco y Bartolomé, patriarca ortodoxo de Constantinopla, llevarán hoy a Lesbos, la isla griega que concentra el paisaje más complejo de la crisis de inmigrantes en Europa.
En ese lugar, casi un millón de personas que huyeron de la guerra, la persecución y la pobreza en Siria, Irak y Afganistán improvisaron campamentos con la esperanza de que se abran las fronteras y puedan cruzar a otros países del continente.
Con ese escenario, los dos líderes visitarán Moria, una especie de refugio que ha albergado a más de 3.000 inmigrantes desde marzo, cuando la Unión Europea y Turquía alcanzaron un acuerdo para frenar el flujo de movilizaciones, enviándolos de vuelta a Turquía si sus solicitudes de asilo son rechazadas.
Francisco y Bartolomé planean saludar a 250 refugiados que buscan asilo y almorzar con ocho de ellos en un contenedor antes de dirigirse al puerto, donde el pontífice dará un discurso y los ortodoxos recitarán una plegaria para las víctimas.
Miguel Martínez, coordinador de la línea de investigación Europa de la Universidad Externado, dice que si bien se trata de un gesto humanitario que tienen que hacer las iglesias, no va a influir de ninguna manera en las políticas que vaya a tomar la Unión Europea al respecto.
Por ahora, el organismo ya habló de crear una agencia europea de inmigración, decisión que según Martínez es la más apropiada: “Las soluciones tienen que ser comunitarias, no solo de Grecia o de Italia. El problema afecta a toda Europa, y si estos dos países no se ven apoyados, van a dejar que los refugiados se expandan”.
Entre tanto, Rafael Piñeros, analista de política internacional, dice que la cooperación europea debe seguir manteniéndose, ya que es el mecanismo más eficiente para enfrentar la crisis actual.
“Hasta el momento las medidas no han generado un efecto desestabilizador ni en una bomba social. En esa medida, deben seguir”, concluyó el experto.