Las imágenes que trascendieron ayer alrededor del mundo, y que muestran a varios yihadistas martillando, con odio, estatuas de más de 3000 años y pertenecientes a una de las civilizaciones más antiguas (asirios), evidencian el grado de adoctrinamiento y extremismo que tienen los militantes del Estado Islámico (EI), enemigos hasta de la historia humana y sus vestigios.
En un video de cinco minutos, el grupo terrorista difundió el jueves propaganda que muestra la destrucción de decenas de estatuas históricas del Museo de la Civilización de Mosul, Irak, y que databan de los siglos VIII al VII a.C.
La indignación fue global. Entes como la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) rechazaron lo ocurrido. “Afrontamos una ideología fanática y totalitaria, que actúa en dos frentes: el de la dominación de un territorio y el del avasallamiento de los espíritus. Atacan a periodistas, escuelas, museos, el patrimonio, todo lo que encarna la libertad de pensamiento y la diversidad cultural”, dijo su directora general Irina Bokova.
Mandatarios como el primer ministro francés, Manuel Valls, fueron más allá: “Con las estatuas destruidas en Mosul una parte del espíritu humano y del universo se ha derrumbado”, escribió en Twitter.