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La carrera por suceder a Merkel en el poder alemán

A poco más de un mes de las elecciones en Alemania, los candidatos tradicionales llevan una pequeña ventaja.

  • Con 67 años, Merkel será la segunda canciller con más tiempo en el poder, solo superada por su mentor, Helmut Kohl, que lideró el país 16 años. FOTO getty
    Con 67 años, Merkel será la segunda canciller con más tiempo en el poder, solo superada por su mentor, Helmut Kohl, que lideró el país 16 años. FOTO getty
22 de agosto de 2021
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Alemania está en la recta final de sus elecciones y el mundo espera con la respiración entrecortada. Quién va a liderar a la primera potencia de la Unión Europea no es una cosa que ataña sólo a Europa. Muchas cosas están pasando en el planeta mientras Angela Merkel se despide, tras 15 años en el poder: la caída de Afganistán en manos de los talibanes, la más geopolíticamente importante. Cualquiera que sea quien suceda a Merkel en el primer cargo alemán deberá lidiar con un entorno internacional complejo.

Los alemanes tendrán que votar el próximo 26 de septiembre. Como ya es usual en la política germana, la cuestión se reduce para la mayoría a dos opciones fijas y una tercera que puede variar. Entre las fijas, los socialdemócratas (SPD) y los democristianos (CDU, del cual es Merkel) son los dos partidos tradicionales. En una tercera opción, el partido liberal (FDP) y Los Verdes luchan por hacerse un lugar importante. La de Alemania es una democracia parlamentaria: no se vota por un candidato sino por un partido al Bundestag, el parlamento. El partido que obtenga mayoría absoluta tendrá también al canciller, pero como eso casi nunca ocurre, los partidos se ven obligados a hacer coaliciones.

La actual, por ejemplo, reúne a la CDU (en unión con la Unión Social Cristiana, CSU, su hermano más pequeño originario de un estado federal) con el SPD. Democristianos y socialdemócratas han gobernado juntos con Merkel como canciller desde 2013. Ambos serían hoy los partidos más votados, según el último sondeo realizado por el instituto demoscópico Forsa, publicado el pasado 19 de agosto. El partido de Merkel lidera la intención de voto con el 23 %; le sigue el SPD, con el 21 %; y Los Verdes se quedan atrás con un 19 %. El partido liberal ocupa la cuarta casilla, con un 12 %, y La Izquierda y los ultras de derecha (AFD) terminan con el 6 % y el 10 % respectivamente.

Esta pintura no siempre ha sido así durante la campaña que está terminando. “La conciencia ecologista, la necesidad de un país y una Europa más verdes, gana cada vez más adeptos en el país”, señala Sören Jens Brinkmann, historiador y analista político alemán, profesor de la Universidad de Breslavia, Polonia. Esa realidad se vio reflejada al principio en las encuestas. En mayo pasado Los Verdes ocupaban la primera intención de voto, con el 27 %, muy por encima de los democristianos de Merkel, que apenas alcanzaban un 24 %. Nunca en su historia habían estado tan cerca de la cancillería. Luego comenzaron a cometer errores.

Su candidata y líder, Annalena Baerbock, se volvió centro de una discusión ética que terminó perdiendo. El 21 de junio, cuando su figura era la más opcionada a formar un gobierno, publicó un libro titulado Ahora. Cómo renovamos nuestro país. En una especie de tratado, la candidata dejaba ver su visión del país y del planeta combinando con anécdotas que, según las primeras reseñas, reflejaban su carácter y temperamento.

El asunto comenzó a complicarse cuando varios expertos en plagios publicaron extractos del libro de Baerbock que ella copiaba de forma exacta sin atribuir una fuente. Luego también tuvo que corregir elementos de su hoja de vida que los medios en su país calificaron de “inconsistentes”. Como ese que señalaba que era miembro de la Acnur (la Agencia de la ONU para los Refugiados) cuando en realidad solo reconoció que apoya a una organización alemana de refugiados con la recaudación de fondos. Todo eso parece haberle costado popularidad.

“Aún así, pueden llegar a ser fundamentales para formar un gobierno en el futuro”, detalla Brinkmann, “si bien hoy en día los más opcionados son los partidos tradicionales. A pesar de que Merkel tomó decisiones que no siempre fueron entendidas, su figura es ampliamente aceptada porque representó durante más de una década estabilidad”. Los otros candidatos tampoco la han tenido fácil.

Los tradicionales

La campaña alemana ha estado plagada de errores y de circunstancias que nadie podía prever. Los conservadores de Merkel vivieron una batalla interna por elegir al candidato del partido que casi rompe la colectividad. Para ellos el viacrucis comenzó incluso desde 2020, cuando la canciller aún conservaba la esperanza de controlar quién la sucedería. Regaló su guiño a Annegret Kramp-Karrenbauer, quien se vio obligada a renunciar a esta posibilidad a inicios de febrero de 2020, después de que permitiera que el partido hiciera alianza con la AFD en unas elecciones regionales, rompiendo la promesa que había hecho de no transar con la extrema derecha alemana.

Finalmente, los conservadores han elegido a Armin Laschet, a quien Merkel ha dado todo el respaldo este sábado al llamarlo “el futuro canciller de la República Federal de Alemania”. “He visto a Armin Laschet durante todos estos años como una persona y un político para el que la “C” (de cristiano) del nombre de nuestro partido no es una letra cualquiera, sino la brújula en todo lo que ha hecho”, dijo la canciller en un evento público en Berlín. Laschet necesitaba el impulso: se ha visto en el ojo del huracán en las últimas semanas debido a una foto que se filtró de él riéndose mientras asistía a una comparecencia del Gobierno sobre las inundaciones que dejaron más de 200 muertos y millonarias pérdidas durante julio.

“No debería haber permitido que ocurriesen esos pocos segundos”, se disculpó en unas declaraciones a medios germanos. En un momento de extrema sensibilidad nacional, reflexiona Jens Brinkmann, Laschet no supo tramitar sus apariciones. En ese mar de errores, el candidato socialdemócrata Olaf Scholz ha aprovechado las circunstancias. Su popularidad ha subido en las últimas semanas, recuperando terreno, pasando de un 15 % de intención de voto a inicios de año, al 21 % con el que hoy se ubica segundo en la carrera. “Lo que demuestra que todo aún puede cambiar, en el mes que falta” finaliza el analista alemán.

Mientras la política interna en el país se mueve, Merkel se despide del mundo en visitas que podrían también reflejar de forma exacta los desafíos de su sucesor. Dos visitas concentraron la atención mediática de la aún canciller de Alemania en el último mes. Una cumbre con Joe Biden, presidente de Estados Unidos, en la Casa Blanca; y una cumbre con Vladimir Putin, presidente de Rusia, en el Kremlin. El primero, el socio más importante no solo de Alemania sino de la Unión Europea en su conjunto; el segundo, el vecino incómodo con el que Merkel ha decidido tratar, asimilando el costo que eso le ha traído con sus aliados. Una cosa ha unido ambas visitas: el gasoducto Nord Stream 2 que Moscú y Berlín construyen en unión.

“El próximo canciller de Alemania tendrá que decidir cuál será el papel de su país en Europa y en el mundo respecto a Rusia y a Estados Unidos”, concluye Manuel Alejandro Rayran Cortés, docente de la Universidad Externado y magíster en Diplomacia y Resolución de Conflictos de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica). Con el fin de la era de Merkel en la política se termina un tiempo de certezas

26
de septiembre, la fecha en la que los alemanes deberán elegir el próximo canciller.

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