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Un continente impactado por las migraciones, con la incursión de los ambientalistas y el ascenso moderado de partidos nacionalistas y euroescépticos. Ese es el balance del resultado de las elecciones del Parlamento Europeo que se desarrollaron el pasado domingo.
Tener un sistema democrático con 450 millones de votantes no es una tarea fácil. Los estados que la conforman salieron a las urnas entre el 23 y el 26 de mayo, según los calendarios electorales de los países. Cada uno tenía ciertos escaños fijos por los que competían partidos continentales y nacionales. Así las cosas, la gran disputa estaba en qué tipo de movimientos obtenían la mayoría de curules para esta instancia continental que tiene sede en Bruselas.
Esta jornada de cuatro días se dio en un contexto de incertidumbre por la estabilidad de la comunidad ante la eventual salida del Reino Unido de esta (Brexit), la llegada al poder de discursos nacionalistas en Italia, Hungría y Polonia, y los fantasmas que quedaron de la crisis económica del 2008; además de un escenario que auguraba la subida de los movimientos que no creen en el proyecto comunitario.
¿El resultado? Los comicios con la mayor votación de los últimos 20 años (51 % de las personas habilitadas para sufragar participaron en la jornada), la llegada de nuevas fuerzas (como es el caso de Vox, grupo español de derecha) y un desenlace que –para los que creen en la vigencia del proyecto común europeo– es motivo de celebración.
Tras esta cita democrática que aún hoy ocupa titulares en el continente, la comunidad renueva los 751 representantes que están sentados en el Parlamento Europeo y definen las leyes, políticas económicas y hasta acuerdos de cooperación con otros países (como Colombia) que terminan afectando a todos los que la integran.
“Se está dando una transformación. Europa, a nivel de las instituciones centrales, tiene que cambiar porque instancias como la Comisión están alejadas de la gente, hay políticas que están siendo rechazadas por gobiernos de varios países como las cuotas migratorias”, afirma el internacionalista Marcos Peckel.
Y es que por primera vez desde 1979, el Partido Popular Europeo y el Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas no tuvieron la mayoría de escaños. El propio líder de la Alianza de Liberales y Demócratas por Europa (Alde), Guy Verhofstadt, que en estos casi cuarenta años consiguió formar mayorías, reconoció este cambio en la distribución del poder continental.
Europa está ante un rompimiento del bipartidismo y surgen nuevas fuerzas, así lo explica el doctorando en marketing político en la Universidad Santiago de Compostela, Alejandro Contreras. “Es la renovación de la política, la gente está cansada de los partidos tradicionales”, señala. Esta tendencia ya se leía desde los comicios del gobierno español del 27 de abril y sigue marcando la línea.
En ese contexto de cambios que señalan los analistas, había un temor fundado en parte de la comunidad: que los euroescépticos y nacionalistas –al sumar los partidos de esta tendencia de cada país– consiguieran formar mayorías, asunto que se quedó en predicciones.
Verhofstadt, líder de la Alde, celebró que no ganaron los euroescépticos y nacionalistas (salvo casos específicos como Francia, Italia y Reino Unido). “La mayoría de los escaños sigue estando en nuestro grupo proeuropeo”, afirmó.
Por este motivo, para el docente de la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda, el español Mario Aller San Millán, “no hay por qué dejarse llevar por el pánico. Antes tenían un 20 % y ahora consiguieron el 23 %. Con esa proporción no pueden sacar nada en el Parlamento”. Entonces, para el experto el resultado demuestra que hay contados países donde la política nacionalista ha ganado.
Italia es el claro ejemplo de esto. La Liga Norte, el partido del primer ministro de ese país Matteo Salvini –quien es un nacionalista con políticas antimigratorias y crítico de la Unión– obtuvo el primer lugar. Sus aliados, el Movimiento Cinco Estrellas, el tercero.
Seguido por el Reino Unido, donde el Partido del Brexit, que se fundó tan solo seis semanas antes de estas elecciones, ganó por encima de los movimientos tradicionales como el Conservador y el Laborista, grupos que han gobernado esa nación.
Y Francia, segunda fuerza continental con 74 escaños, no se quedó atrás. La Agrupación Nacional de Marine Le Pen, hija de Jean-Marie Le Pen, reconocido político derechista que dirigió la colectividad durante 39 años, se impuso sobre La República en Marcha, movimiento de Emmanuel Macron, propinándole la primera derrota desde que es presidente.
El escenario actual de la Unión Europea “supone el reconocimiento de que la sociedad va haciéndose más compleja y los márgenes para articular relatos coherentes se hacen más difíciles”, afirma el escritor y político español José María Lassalle, para quien el fenómeno más inquietante que vive la Unión es la consolidación de la extrema derecha.
Esos escaños que los partidos tradicionales perdieron están ahora en manos de movimientos que se reconocen como verdes y liberales. Por este motivo, en el continente se hace referencia al ascenso de los colores. Los primeros pasaron de 52 a 69 escaños; los segundos, de 69 a 109.
Ahora las negociaciones, sea de cuestiones de política exterior hacia naciones con las que mantienen relaciones como Colombia (ver columna) o de legislaciones continentales, deberán pasar por tres bandos: la izquierda, los de derecha y la de centro que obtuvo más participación.
En palabras del profesor de relaciones internacionales de la Universidad Externado, Miguel Martínez, “habrá comisarios de otras corrientes” en temas de agenda continental como el Brexit, la política migratoria común y el manejo energético.
La Unión Europea está ante un contexto de crecientes nacionalismos en Italia, Hungría, Polonia y Reino Unido, al tiempo que movimientos que siguen esta tendencia aún no consiguen el poder nacional en Alemania, España y otras naciones. Mientras los tradicionalistas abogan por conservar los valores que han caracterizado a la comunidad, otros buscan limitar los impactos de esta en cada país.
Todo esto en un entorno de cambios: un Reino Unido que aún no consolida su retiro; una líder europea como Angela Merkel, canciller de Alemania, con un retiro anunciado para 2021; la Francia de Emmanuel Macron en un escenario de descontento social y la Italia de Salvini que cada día se desliga más del proyecto común. Ahora, con esas dificultades, los colores de nuevos partidos toman vuelo en la que es considerada la segunda mayor democracia del mundo, después de India: la Unión Europea.