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Los lazos rotos de la oposición venezolana

Sus divisiones son aprovechadas por el madurismo para ganar réditos en comicios municipales y presidenciales.

  • Opositores venezolanos se manifestaron en contra del Gobierno después de las elecciones regionales, sobre las cuales denunciaron fraude. No saben cómo llegar a las municipales. FOTO Reuters
    Opositores venezolanos se manifestaron en contra del Gobierno después de las elecciones regionales, sobre las cuales denunciaron fraude. No saben cómo llegar a las municipales. FOTO Reuters
08 de noviembre de 2017
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Las elecciones regionales en Venezuela el pasado 15 de octubre dejaron fracturas hondas en la oposición de ese país. La victoria del oficialismo, que se llevó 18 de las 23 gobernaciones, dio la sensación de que un chavismo desgastado por las denuncias de corrupción, violación a los derechos de los manifestantes y promotor de una Constituyente ilegítima recuperaba el éxito popular, mientras las bases de la oposición perdían la fe en sus líderes.

La exposición de irregularidades en esas elecciones por parte de la Organización de Estados Americanos (OEA), que detalló que en ese proceso faltó una observación electoral internacional imparcial, y de la misma oposición, cuya pesquisa dio cuenta de que hubo 1.624.000 votos que no tienen cómo respaldarse con huella dactilar, cambiaron un poco el escenario.

No obstante, la oposición continúa con claros signos de debilidad. De acuerdo con Carlos Romero, politólogo e internacionalista de la Universidad Central de Venezuela, la causa de la pasada derrota electoral pasa por las trampas y el ventajismo del Gobierno, pero también falta de unidad entre diferentes partidos opositores e ingenuidad de que el oficialismo no se iba a aprovechar de eso.

Muestra de ello, aclara Romero, es el hecho de el 30 % de la población considerada opositora (que suman más de un millón 700 mil votos) no participó en los comicios regionales. “Hay una cierta pasividad en el elector opositor, y tampoco hay consenso sobre qué línea se va a seguir en las relaciones con el Gobierno, en la participación o no en las próximas elecciones para alcaldes y en la negociación o no con el oficialismo, en medio de una situación económica que se agrava mucho más”, expone.

Lo cierto es que estas divisiones en la oposición, que ahora está lejos de parecer un bloque sólido y con ideas similares, podrían impactar desfavorablemente para las elecciones a alcaldes (el 10 de diciembre) y a presidente (programadas para diciembre de 2018).

Tres bloques disímiles

El desmembramiento de la oposición, que ya había salido a la luz con la decisión de Nicolás Maduro de elegir a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) sin consultar a los venezolanos, dejó al sector partido en tres grupos difícilmente reconciliables, según el análisis de Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio Venezuela de la Universidad del Rosario.

El primero, el más radical, está liderado por la exdiputada María Corina Machado, para quien desde hace tiempo se acabó la vía electoral en Venezuela, por lo que hay que buscar, con presión, la salida del Gobierno, pero los ciudadanos no saben cómo acoplarse a esa visión, en la medida en que vieron que cuatro meses de movilizaciones dejaron más de 150 muertos y el presidente siguió en el poder.

El otro grupo, continúa Rodríguez, es el conformado por los partidos Voluntad Popular (bajo el liderazgo de Leopoldo López) y Primero Justicia (al mando de Henrique Capriles). Aunque encarnan el descontento con el Gobierno de Maduro, son más moderados y tratan de buscar fórmulas para su salida, pero sin llamar a la desobediencia civil. “Quieren saltarse las elecciones municipales del próximo 10 de diciembre para cohesionar a la gente hacia las presidenciales, y así luchar contra el régimen, aunque la gente quiere soluciones ya y ellos no parecen ofrecer una alternativa al corto plazo”, detalla el investigador.

El tercer grupo, el de los “genuflexos”, califica Rodríguez, está conformado por los partidos Acción Democrática (liderado por el expresidente de la Asamblea Nacional Henry Ramos Allup) y Un Nuevo Tiempo (con Manuel Rosales).

“Ellos solían tener un fuerte discurso contra el chavismo, pero ahora hablan con un mensaje confuso a la población, e incluso han participado en consejos de Gobierno, dándole la mano a Nicolás Maduro”, anota el investigador.

Ante una peor crisis

Los dos primeros grupos están reacios a ir a las elecciones para alcaldes. A Cristian Rojas, jefe del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana, le parece que esa opción es apenas correcta, teniendo en cuenta que en Venezuela ya no pueden buscarse salidas electorales, “porque las instituciones están absolutamente corrompidas”.

Sin embargo, a Romero le parece que esa respuesta de los partidos opositores es más bien una especie de “arrogancia”, cuando se necesita la participación como un medio para denunciar la situación política y para buscar soluciones a un cuadro irregular de presos políticos, amenazas y crisis económica.

En esa medida, el politólogo llama la importancia de que la oposición haga algo frente a las repercusiones que podría tener el anuncio de Maduro de reestructurar la deuda pública de Venezuela, denuncia Romero.

Y es que una reestructuración de la deuda externa venezolana podría significar más sanciones contra el gobierno de, porque se activarían nuevas demandas contra el Estado, mientras el alargamiento en los plazos de pago terminará afectando al Gobierno de 2025, por lo que la normalización del país será aún más lenta.

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