Juan Pablo Mosquera, capitán retirado de la Policía colombiana y acusado por Estados Unidos de colaborar con narcos, es pieza fundamental del regaño que le hizo el gobierno de ese país a su Administración de Control de Drogas (DEA).
El halón de orejas se debe a favores ilegales que Mosquera confesó haberles hecho a capos cuando trabajó en Colombia para esa agencia adscrita al Departamento de Justicia.
En efecto, en su intención de hacer parte del negocio, dijo que les vendió información confidencial recopilada por un cuerpo élite de la DEA. En resumen, el exoficial se convirtió en informante estrella de los delincuentes a los que decía perseguir.
Por esa actuación, el retirado, de 37 años de edad, se declaró culpable en una corte del sur de Florida, Estados Unidos. Los dos cargos que aceptó son por obstrucción a la justicia al haber vendido datos oficiales y de estricta reserva. Por estos hechos podría enfrentar una condena de 20 años, aunque –según el juez Robert N. Scola– la sentencia se conocerá hasta el próximo 4 de enero.
EL COLOMBIANO le consultó a la Policía Nacional si el capitán (r) tenía algún proceso interno en Colombia por actos cometidos cuando estaba activo, pero no obtuvo respuesta.
El regaño del gobierno
Su confesión dejó en evidencia cierta vulnerabilidad en la DEA, lo que generó discordias que trascendieron hasta el poder ejecutivo, pues el gobierno de Joe Biden señaló que esta agencia antidroga no está supervisando bien las operaciones en países con los que coopera, lo cual deja en entredicho la reserva de sus investigaciones y su posterior efectividad.
Pero el regaño no solo se debe a la traición de Mosquera, sino a otras irregularidades en países como Honduras y México, las cuales fueron documentadas en una auditoría de 59 páginas de la Inspección General del Departamento de Justicia.
En el informe, presentado en agosto pasado y en poder de EL COLOMBIANO, se le hizo un estricto seguimiento a las labores de esa agencia especial entre los años 2017 y 2019. En él se detallan sobornos, falta de efectividad en aplicaciones de la ley y recomendaciones para una mejor gestión.
Todo ello puso en evidencia irregularidades e investigaciones que han sido de público conocimiento, cosa que ha afectado aún más la credibilidad de dicha unidad.
En lo que tiene que ver con el caso de Mosquera, con su actuar se terminaron filtrando documentos claves de las operaciones que hacía para la DEA con autoridades colombianas.
Recorrido del procesado
¿Cómo fue su ascenso? Resulta que por su buen desempeño en la Policía, el oficial (r) Mosquera escaló hasta convertirse en ficha clave para investigaciones de alto impacto.
En efecto, detalla la agencia AP, estando en Cali el procesado pasó a liderar un grupo especial bajo la supervisión de la Unidad de Investigación Sensible (SIU), de la DEA, el cual tiene presencia en varios países que combaten el narcotráfico.
Incluso, para unirse al exclusivo equipo de investigadores, se deben tomar cursos en seguridad de un alto nivel de exigencia, hecho por el cual también se fundamentó el reclamo del gobierno Biden.
Sin embargo, el actuar delictivo de Mosquera se vio descubierto cuando Juan Carlos Dávila, acusado también en Estados Unidos por ser cabecilla de una organización criminal con vínculos en la mafia siciliana, firmó un acuerdo de cooperación con la justicia y lo echó al agua.
Según Dávila, el hoy declarado culpable lo llamó para que le vendiera a un objetivo de la DEA información importante. Por todo esto, en octubre de 2018 la Casa Blanca lo pidió en extradición, proceso que se ejecutó un año después. Finalmente, en enero del próximo año será condenado, mientras esa fecha llega, su defensa trabaja en un acuerdo con la justicia norteamericana