Fue cuestión de azar. El investigador Pedro Filipuzzi indagaba entre los archivos de una bodega en Buenos Aires cuando encontró un documento con 12.000 nombres, con sus respectivas fechas de nacimiento, seguidos por un código de registro de cuenta bancaria y la fecha de apertura de esta. El título: Lista de afilados a la Unión Alemana de Gremio, acompañado de una marca de agua vertical que reza “Cámara de Diputados de la Nación” (ver facsímil).
Filipuzzi, un ingeniero judío dedicado a la investigación, tenía en sus manos un documento que hizo una comisión del Legislativo entre 1941 y 1943 a petición del fallecido presidente de la Argentina, Roberto Ortiz, para seguir la pista del dinero del Tercer Reich que salió de Alemania en marcos y terminó en las arcas de bancos de su país, donde fueron canjeados a dólares. Ese grupo fue conocido como Comisión Especial de Investigación de Actividades Anti-Argentina.
Karl Dohl, Rudolf Weber, Josef Ströll... También aparecen empresas alemanas como IG Farben, la encargada de vender al gobierno el gas Zyklon-B que utilizaba la Alemania nazi de Adolf Hitler para matar a los judíos en los campos de exterminio. Además están el Banco Alemán Transatlántico’ y el Banco Germánico de América del Sur.
Filipuzzi entregó ese documento al Simon Wiesenthal Center, un centro de investigación creado en 1977 en memoria de las víctimas del holocausto y este reclama que el banco titular de las cuentas, el entonces Schweizerische Kreditanstalt, ahora Credit Suisse, devuelva el dinero que, presumen, es de los judíos y superaría, según sus cuentas, los 35.000 millones de euros.
Nazis y su dinero argentino
EL COLOMBIANO tuvo acceso a esas 122 páginas, cada una con dos columnas de nombres de simpatizantes nazis en Argentina. El director para Latinoamérica del Simon Wiesenthal Center, Ariel Gelblung, relata así la senda del dinero de los judíos: “Había un circuito. Los alemanes no tenían acceso al comercio internacional, entonces entraban al país remesas de marcos alemanes, con eso compraban dólares y enviaban el dinero a Suiza. Allá sí podían hacer las transacciones. Siempre hubo un vínculo del gobierno de Perón con los nazis”.
Esas 12.000 personas estaban enlazadas con una misma cuenta en el banco Schweizerische Kreditanstalt de Zúrich, que se conectaba a la vez con una del Bank der Deutschen Arbeitsfront de Berlín, al mando del régimen de Hitler. Esa compañía cerró en 1945 con la caída del Tercer Reich. Entre los registros de los simpatizantes nazis domiciliados en Argentina está el nombre del empresario Ludwig Freude. Él, relata Gelblung, era el bancario que facilitaba la apertura de las cuentas.
Su brazo no terminaba ahí. Consiguió que su hijo Rodolfo, Rudi para Perón, fuera secretario presidencial. El libro Evita en Europa, que sigue los pasos de la segunda esposa del exmandatario por ese continente, afirma que esta familia fue dueña de cuatro empresas con capital alemán. Los Freude también poseían la Compañía General de Construcción, que tuvo contratos con el Gobierno para levantar edificios militares.
El Simon Wiesenthal Center quiere que el Credit Suisse abra la información de esos productos financieros. “Creemos que es muy probable que estas cuentas inactivas contengan dinero saqueado de las víctimas judías, bajo las leyes de la expulsión forzada a los judíos de la ciudad Nuremberg de la década de 1930”. Una solicitud que el banco aún no responde.
¿Bancos aliados con nazis?
Esa condescendencia de Argentina respecto a los nazis se argumenta en que este fue un país neutral frente a la Segunda Guerra y solo tomó una posición semanas antes de la rendición de Alemania en 1945. Esa anuencia abría la puerta a la llegada de simpatizantes del Tercer Reich o del dinero que estos espoliaron a los judíos. Como en el Credit Suisse, las organizaciones judías también le han seguido la pista a posibles transacciones en el Banco de Portugal y la Banque Nationale Suisse.
Hasta el Banco Central de la República Argentina (BCRA) entró en la lista de entidades con cuestionamientos sobre transacciones de dinero y oro desde Alemania en la era Hitler. Hubo dos casos determinantes: un depósito de oro de la Embajada de Alemania que llegó al país en 1945 y un cargamento de ese mismo metal enviado a Suiza en 1952. Sin embargo, una investigación sobre las transacciones entre Alemania y el BCRA publicada en la revista Ciclos en el 2000 determinó que no había pruebas que corroboraran irregularidades en los intercambios entre ambos.
Las huellas de los nazis en Argentina, considera el alemán y profesor de la Universidad del Rosario, Jochen Kleinschmidt, pueden datar de antes de la guerra porque “hubo una comunidad de 20 mil personas cercanas a ellos que hizo negociaciones con el apoyo de gobiernos como el del presidente Ramírez, un político de extrema derecha”.
Los 12 mil nombres de personas y compañías que habrían abusado del dinero de los judíos ya están. La pregunta es si los bancos permitirán abrir los depósitos de los nazis en las arcas de países neutrales durante la Segunda Guerra Mundial, millonarias sumas que llevan 80 años congeladas y contando.