language COL arrow_drop_down

Tensión en Jerusalén y temores de otra intifada

Cuando se conmemoran 30 años del alzamiento palestino, Trump dispara la indignación de los musulmanes.

  • FOTO AFP
    FOTO AFP
Infográfico

Para pasar de Jerusalén, epicentro del conflicto árabe-israelí y ciudad sagrada para tres religiones, hacia la cercana Ramala, capital forzosa de los palestinos en Cisjordania —a solo 14 kilómetros—, se debe hacer toda una travesía. Los numerosos puestos de control israelíes y el serpenteante muro que divide y desgarra Tierra Santa reducen los caminos, y por ende los musulmanes, cristianos y colonos judíos tienen que aguantarse trancones de varias horas para cruzar al otro lado.

El muro ya está emplazado bastante lejos de lo que en principio fue la frontera de 1967. Esto es, ya de facto Jerusalén no está dividida en dos, sino que los asentamientos palestinos están fuera, alejados de la que alguna vez fue su ciudad. Aún así, cada día, decenas de miles de ellos se aventuran de vuelta por los puestos de control para acceder a la parte más sagrada, la Ciudad Vieja, donde rezan en la Mezquita de Al Aqsa, uno de los templos más sagrados para el Islam.

De esta forma, a pesar de que Israel controla desde hace décadas Jerusalén y que los palestinos parecen cada vez más aislados y acorralados, a pesar de que en 1995 el Congreso de EE. UU. aceptó declarar dicha ciudad como capital israelí, ningún mandatario estadounidense se atrevió a alborotar a la región implementando tal acción sin que Palestina tuviera su parte de redención y tranquilidad.

Cada uno de ellos era consciente de que, a pesar de que el retorno del pueblo judío a su tierra era necesario tras el holocausto —como consideró la ONU en 1947—, tal como el blindaje a dicho pueblo ejercido desde entonces por la potencia, las buenas intenciones llevaron a errores y aún no se pueden resolver sus trágicos efectos.

No obstante, el miércoles Donald Trump sí declaro a Jerusalén capital israelí, y el mundo se pregunta si la acción será utilizada por los grupos yihadistas para, como siempre han hecho, justificar una guerra de barbarie contra Occidente.

Desde la comodidad de Washington, Trump no parece advertir el riesgo: “este es el reconocimiento de una realidad histórica, y un paso largamente postergado que permitirá avanzar en el proceso de paz”, dijo.

Excepto Israel, sus palabras no fueron apoyadas por los aliados históricos de Estados Unidos, e incluso Reino Unido criticó la decisión. “Es poco útil para la paz en la región. El futuro de Jerusalén debe determinarse en un acuerdo entre israelíes y palestinos”, dijo la primera ministra británica, Theresa May.

Como ocurrió con la polémica salida de EE. UU. del acuerdo global para luchar contra el cambio climático —logrado en la COP21 de París—, la sensación es que la potencia quedó aislada. La Unión Europea, Arabia Saudita, Egipto, Turquía, y otros amigos tradicionales de Washington consideraron “lamentable” e incluso “irresponsable” la acción.

Se enciende un polvorín

El consenso de la mayoría de actores globales es que se siembra la semilla para el recrudecimiento del odio en un Medio Oriente que parece abocado a seguir perpetuamente en guerra.

Similar opinión tienen expertos consultados por EL COLOMBIANO. Para el internacionalista Hasan Turk, “es un error histórico y un insulto no sólo a los musulmanes sino a la historia común de la humanidad. Un lugar tan simbólico como Jerusalén no puede pertenecer a una sola nación o religión sino a la humanidad entera. Más aún, representa un callejón sin salida para Medio Oriente en su búsqueda de paz. Trump cruzó la línea roja del mundo musulmán”.

La Liga Árabe se reunirá en los próximos días, y podrían surgir decisiones drásticas, lo que tendría efectos en toda la geopolítica actual, teniendo en cuenta que ya la región era un foco de violencia para el globo sin la polémica de la Embajada.

Víctor de Currea-Lugo, columnista y docente de la U. Nacional, afirmó que “era ya muy difícil que en un escenario así se pudiera hablar de paz, y lo que está haciendo esta decisión es agravar la situación palestina. Se demuestra que no hay por parte de Trump una estrategia que busque resolver el conflicto”.

La intifada sale a flote

Para empeorar las cosas, por estos días los palestinos recuerdan 30 años desde que el atropello mortal de cuatro trabajadores en Gaza por parte de un camión militar israelí encendió la mecha de la Primera Intifada (1987 – 1993), seis años de alzamiento popular y enfrentamientos que dejaron 93 israelíes y 1374 palestinos como cifra de muertos.

En opinión de Marcos Peckel, director de la Confederación de Comunidades Judías de Colombia, se trató de un episodio que, a pesar de doloroso, llevó a los dos bandos a reflexionar sobre la necesidad de dialogar:

“Fue un levantamiento de la población palestina que no fue solo contra Israel, sino contra la incapacidad de la OLP para lograr soluciones. Sin duda su efecto principal fue suscitar el proceso de paz que devino en los Acuerdos de Oslo (1993), por lo que la Primera Intifada —en comparación con la Segunda, violenta y suicida— abrió las puertas para la negociación”.

Pero el asesinato del primer ministro israelí y nobel de Paz Yitzhak Rabin (1995) por parte de un extremista judío y, tal como señaló el experto, el posterior fracaso de Yasser Arafat, Bill Clinton y Ehud Barak para dar broche final a los Acuerdos de Oslo en las negociaciones de Camp David (2000), hicieron quebrar de nuevo las frágiles esperanzas de paz en la región.

En la actualidad, no solo ya era ignorado el espíritu de Oslo, sino que con la reciente decisión de Trump podrían encenderse nuevas llamas de intifada.

El cálculo que tenía Trump

Medios estadounidenses intentan desglosar un nuevo hecho polémico que marca el primer año de la administración actual en Washington. Lo califican como “un disparo al propio pie para complacer al electorado”, pero informan sobre otros cálculos políticos dentro de la Casa Blanca.

Para The New York Times, los asesores de Trump en esta materia, y particularmente su yerno Jared Kushner, encargado actual de la mediación estadounidense entre las partes, pensaron que “los representantes palestinos serán incapaces de pararse de la mesa teniendo en cuenta que la cooperación en seguridad con Israel es uno de los pilares que mantiene a flote la autoridad interna de Mahmud Abbas”.

Asimismo, que “la millonaria ayuda que recibe el gobierno palestino por parte de Estados Unidos sería otro factor ineludible para que estos sigan en la mesa”. Abbas declaró no obstante el miércoles como “destruidos” los diálogos tras la decisión de Trump, y distintos sectores empezaron a impulsar los denominados “tres días de furia”.

“Varios asesores (de Trump) dijeron que él no parecía tener un completo conocimiento del asunto y en cambio se enfocaba en ‘verse pro-israelí’, en palabras de uno de ellos, y en ‘mostrar que hizo un negocio’, según otro”, informó The Washington Post. Según dicha lógica, Trump también aquí, en el complejo conflicto entre palestinos e israelíes, estaría dando prioridad en todo caso a su electorado y a la política interna.

Las frases de su discurso del miércoles, en el que anunció la decisión, podrían también apoyar ese análisis, si se tiene en cuenta que enfatizó en que “mientras que otros presidentes hicieron de esta una promesa principal de campaña, ellos fallaron en cumplirla. Hoy, yo estoy cumpliendo”.

Incertidumbre

“Abbas ya no tiene mucho de dónde agarrarse si quiere seguir en el juego con EE. UU”, dijo a The New York Times Daniel Kurtzer, docente de Princeton y exembajador en Israel durante el periodo de Bush hijo.

La acción de Trump es una bofetada a los esfuerzos de paz del mandatario palestino. Ante eso, lo peor que podría hacer es cruzar los brazos. El golpe lo sorprende entre el diálogo de Fatah, el tradicional partido de gobierno, y el radical Hamas para unificar y estabilizar la política palestina. Pero ya con esto podrá el extremismo echar combustible a su retórica del odio.

Para Marco Sermoneta, embajador de Israel en Colombia, no es que aumente la amenaza sobre el pueblo israelí, ya que “los yihadistas nunca necesitaron excusas para matar indiscriminadamente a los judíos. Los disparos de cohetes desde Gaza son una prueba más de ello”.

No obstante, los temores de un enfrentamiento mayor en la región no se borrarán con facilidad y los efectos que se anticipan en Medio Oriente parecen parte de un nefasto e inminente efecto dominó.

Infográfico

Encuentre en www.elcolombiano.com el artículo completo sobre las consecuencias de esta polémica decisión y los cálculos de Trump para tomarla.

Daniel Armirola Ricaurte

Salsero a ultranza. Volante de salida. San Lázaro me protege antes del cierre. Máster en Periodismo - El Mundo (España). Redactor Internacional - El Colombiano.

Te puede interesar